Yuliana Samboní, ser niño y además, pobre en Colombia

La noticia no es la víctima. La noticia es el victimario.

En Colombia, el tema de violencia, abuso y asesinato se hace más notorio en los últimos tiempos. Sobre todo si de menores de edad se trata. Son muchos los casos que se denuncian con el sin sabor  que aún se desconoce una cifra  real ya que no todos salen a la luz.

Ahora bien, si todos los casos son similares, entonces ¿cómo es que con tantos actos violentos solo se hacen extensamente públicos ciertos casos en los medios de comunicación?

Recordemos el caso de la pequeña Yuliana Samboní de tan solo 7 años, proveniente de una humilde familia, que fue secuestrada, violada y asesinada por Rafael Uribe Noguera, un adinerado arquitecto proveniente de una familia pudiente. Sin desmeritar la memoria de la menor, este caso fue muy particular porque fue, por un largo tiempo, noticia en todos los medios de comunicación nacional.

Se narró cada detalle, de todas las formas una y otra vez. Se hicieron marchas, protestas, cadenas de oración. Un país entero se conmovió por esta trágica noticia. Y eso no es malo. Es admirable que en los momentos más difíciles de la vida, nos unamos para luchar por aquellos que no tienen ni voz ni voto.

Lo malo realmente es que antes, durante y después de este lamentable hecho, hubo otros casos de maltrato, violación y asesinato de otros niños, que fueron mencionadas pero que no tuvieron tanta prensa encima para cubrir la noticia.

El caso específico, tenemos al pequeño Miguel Ángel, otro pequeño de tan solo 2 años que fue asfixiado, maltratado, violado y asesinado por sus padres recientemente. La noticia duró lo que puede durar una nota en un día de un noticiero de televisión y un artículo en los medios escritos.

¿Tiene que ver porque el agresor de Yuliana era de una clase social más alta que los agresores de Miguel?

Afortunadamente y como mínimo castigo, en ambos casos “se hizo justicia”. O por lo menos con Noguera sabemos que le dieron más de 50 años de cárcel. La condena de los culpables de la muerte de Miguel Ángel sigue en proceso.

Como datos estadísticos, a principios de este año, 2017, entre enero y marzo, según los reportes de Medicina Legal, se practicaron 4.315 exámenes médicos a menores entre 0 y 17 años tras la respectiva denuncia por abuso sexual. Un promedio de 48 casos por día. No hay todavía un dato actualizado a la fecha, pero seguramente el número debe ser alarmante.

En el 2016, se reportaron 17.908; y en el 2015 fueron 19.181 denuncias de niños violados. Esto sin contar los que a causa de maltratos y agresiones, mueren.

Volviendo a la reflexión del por qué puede ser más noticioso uno que otro caso, podemos decir que no solo es una situación de distribución y amarillismo por parte de los medios, sino que también es un problema de cultura ciudadana y elitismo.

Omar Rincón, director del Ceper, periodista y analista de medios, en una entrevista que hizo para Semana.com dijo, entre otras cosas, que este tipo de noticias, como el de Yuliana, eran alarmantes porque pasaba en la clase alta. Además mencionó que estábamos mal como sociedad y que psicológicamente nos llenaba de interés un tema de drama de violencia intrafamiliar, porque el “pesar” nos satisface.

Casos siempre han existido. Medios de comunicación también. Pero al parecer y lamentablemente, en Colombia, la noticia se hace relevante, dependiendo de la persona que comete el crimen, de su influencia, poder y estrato social. Pareciera que pasara de ser una noticia y se convirtiera en una publicidad.

Pocos días después de la noticia del pequeño Miguel, salió un nuevo caso, con las mismas condiciones, un padrastro que es presuntamente el asesino y agresor de una niña de 4 años, en Antioquia. No fue muy noticioso, seguramente porque es otra familia que no tiene la suerte de tener un reconocido apellido en la sociedad.

Para terminar, y esperando que disminuya o mejor aún, se acaben los abusos contra los niños, reflexionemos también sobre esta contradictoria conclusión:

Para quienes aún los valoramos y respetamos, los niños son la alegría de la casa. Pero si Colombia es el cuarto país en el mundo donde más niños son asesinados, entonces

¿cómo es que estadísticamente Colombia puede ser de los países más felices del mundo?

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