El pasado miércoles 14 de febrero, Estados Unidos sufrió un nuevo tiroteo dejando un total de 17 víctimas mortales y 15 heridos en un colegio de Florida.
Los hechos ocurrieron hacia las 2 de la tarde hora local, en la escuela secundaria Stoneman Douglas, en Parkland una localidad de 30.000 habitantes, cuando un ex-alumno expulsado por indisciplina de dicha institución, y obsesionado con las armas, lanzó bombas de humo y empezó a disparar con un fusil AR-15.
El responsable de este atentado es Nikolas Cruz, un joven huérfano de 19 años, tildado como “chico problemático”, quien confesó y relató que disparó contra los estudiantes en los pasillos, en 5 salones de clase, cuatro de ellos en el primer piso, y otro en el segundo piso.
Cuando terminó de disparar, Cruz tiró el arma al piso junto a su mochila, donde además llevaba más municiones, y trató de camuflarse con los demás estudiantes que huían del lugar con la intención de pasar desapercibido.
Tras la matanza, Cruz fue a un Wal-Mart, compró una bebida y se fue caminando hasta un McDonalds, donde fue detenido 40 minutos después por las autoridades.
Este tiroteo se suma a la cadena de masacre que se han venido presentando en escuelas en Estados Unidos, siendo este el decimoséptimo atentado.