A un selecto grupo, entre los que hubo ex alcaldes, empresarios, directores, líderes de organizaciones, entre otras y otros, les entregaron el pasado 15 de noviembre la Orden Centenario, un reconocimiento y exaltación a su labor durante la historia, el desarrollo y el crecimiento de Barrancabermeja.
Si se dan cuenta, reconocer es una palabra que se escribe igual al derecho y al revés. Reconocer en estos 100 años no puede ser solo un ejercicio selectivo con quien se está de acuerdo y desconocer al que se opone, dado que es en la diferencia que se ha construido esta ciudad. Reconocer también implica poner la lupa en los errores para no volver a repetirlos, implica sobre todo, visibilizar a quienes desde el silencio hacen que esta ciudad resista en la esperanza de un cambio.
Por eso en esta columna queremos exaltar a los invisibles, a quienes han trabajado arduamente desde el anonimato y que creemos merecen un agradecimiento a su labor a pesar que no sean famosos y amados por las mayorías.
Un aplauso y reconocimiento a los profes rurales y urbanos que a través de la historia nos han formado, a los que en pandemia se las ingeniaron para llevar conocimiento a cada estudiante en cada rincón.
Exaltamos aquí a los colectivos de veedurías ciudadanas, quienes, a pesar de las barreras para obtener información y los señalamientos, se empeñan en cuidar cada peso del erario y la calidad de los servicios públicos.
Un reconocimiento y aplauso a enfermeros, médicos, camilleros, farmaceutas y aseadoras que colocaron en riesgo su vida cumpliendo horarios extenuantes para cuidarnos en pandemia.
Un ovación de pie a los procesos culturales y artistas, quienes a pesar de que no les llegue la ‘platica’ de la estampilla, siguen adelante haciendo arte y ofreciendo espacios para que podamos compartir.
A los medios de comunicación independientes, que nos mantienen informados día a día sobre lo que pasa y no pasa en la ciudad.
Un reconocimiento y aplauso a emprendedores, vendedores ambulantes, micheladas, ventas de comidas y muchos más que se las ingenian todos los días para salir adelante y no se rinden, gracias por su ejemplo.
A los pescadores, agricultores, campesinas y campesinos que cultivan lo que comemos. A los y las ambientalistas que se dan la pela por cuidar el agua y los recursos naturales, y a las cocineras del paseo del río y el gremio de gastronomía de El Llanito que se quedaron por fuera del reconocimiento oficial.
La lista es larga: madres comunitarias y cabeza de familia, obreros de la industria petrolera, cuidadores y cuidadoras, sindicalistas, asistentes, conductores, oficinistas, colectivos afros, Lgtbi, comunidades de fe, víctimas del conflicto, movimientos sociales, a los jóvenes que se movilizan contra la corrupción y hacen su tarea de forma transparente… a todos aquellos que sostienen con sus hombros y fuerza a esta tierra bermeja, muchas gracias.
Faltarían muchos más por nombrar y reconocer, a todos y todas ustedes que hacen su tarea en silencio día a día, inmensamente gracias por existir, resistir y seguir dándonos esperanza.
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