El Gobierno de Gustavo Petro anunció la suspensión de los diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), una decisión que ha provocado intensas reacciones en el panorama político del país. La medida llega en un contexto de crecientes tensiones por el control fronterizo entre Colombia y Venezuela, considerado uno de los objetivos estratégicos del grupo guerrillero.
Este giro representa un desafío significativo para la política de paz del primer gobierno de izquierda en Colombia, que había apostado por el diálogo como herramienta central para resolver el conflicto armado. Según declaraciones oficiales, el ELN ha priorizado conservar su influencia en las zonas fronterizas, complicando los avances en las negociaciones.
“Ellos tienen como objetivo tratar de mantener el control fronterizo colombo-venezolano”, afirmó un funcionario del gobierno, resaltando la dificultad de la situación.
Desde la oposición, la suspensión de los diálogos ha generado fuertes críticas. Miembros del Centro Democrático, principal partido opositor, cuestionaron la gestión del presidente Petro en materia de seguridad y su estrategia frente a los grupos armados.
Andrés Forero, representante de la colectividad, señaló que las políticas del mandatario han permitido el fortalecimiento del ELN, lo que afecta la seguridad del país.
“¿Y qué pasó con su promesa de campaña, presidente? Su grosera alcahuetería con los grupos criminales ha permitido que se fortalezcan y asolen al país”, declaró Forero.
La decisión de interrumpir las conversaciones pone en duda el futuro del proceso de paz, mientras aumenta la polarización en torno a la estrategia gubernamental para abordar el conflicto armado.
