La denuncia se interpuso el 17 de febrero del 2020 por la víctima y la captura de William Eduardo Alfonso Gómez se logro el 14 de febrero de 2021 en el barrio San Benito de Bogotá.
La legalización de la captura fue el día 15 de febrero y ese mismo día Gómez aceptó los cargos. Para el 16 de febrero se impuso la medida de aseguramiento intramural en la cárcel Modelo de Bogotá.
Relato de la víctima
“Aprendí a llorar solo, a gritar en silencio, a sobrellevar la culpa”. Así se refirió David en entrevista con El Tiempo donde relató lo que vivió desde el año 2010 cuando William Eduardo Alfonso Gómez fungía como Sacerdote en la parroquia San Martín de Tour en el sector conocido como Guacamayas.
David refiere que antes de que empezaran los abusos, el sacerdote le ofreció empleo a la madre dado que se había quedado sin trabajo y se convirtió en un ‘salvador’ dada la angustia que estaban viviendo.
La casa cural se encontraba al lado de la parroquia donde el sacerdote oficiaba la misa y durante un tiempo al salir del colegio, David llegaba directamente a la casa cural para ayudarle en los oficios a su madre que se encontraba haciendo el aseo general.
Sin embargo, Gómez, empezó a imponerle oficios en lugares mas apartados de la casa “Por ejemplo, me ponía a limpiar objetos en la biblioteca, libros o porcelanas de su habitación personal” refirió David.
El párroco con el tiempo comenzó a hacerle comentarios morbosos y tenía actitudes que no eran correctas para el joven “Se cambiaba delante de mí, se quedaba en bóer y me mostraba los tatuajes que tenía”.
Durante cinco meses, sucedió lo mencionado anteriormente hasta que menciona que se presentó el primer abuso: “Ocurrió en la habitación de la casa cural. Me engañó diciéndome que subiera. Luego de eso y a pesar de que me dijo que fuera a la misa, yo me fui de una vez para mi casa. No quería estar ahí”.
Gómez tenia un grupo de personas seleccionadas que lo acompañaban a las actividades de oración en diferentes casas del norte de Bogotá. David lo acompañaba junto con su madre hasta que el sacerdote le solicitó que lo dejara ir solo.
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Intensificación de los vejámenes
Tiempo después, llegando a la casa cural, le dijo al joven que lo acompañara a su habitación para ver televisión, a lo que el refiere “Yo quería irme para otro cuarto, pero él me insistía. Luego yo me empecé a quedar dormido y cuando menos me di cuenta estaba encima mío”.
Gómez utilizaba la manipulación para lograr su objetivo sin importar lo que David sintiera al respecto.
Ese día, pasó del tocamiento al acceso carnal violento “pasé casi toda la noche en el baño, tenía dolor, sangraba” recordó durante el relato.
Durante tres años, David fue sometido a sus aberraciones. “Yo intenté contarle todo a mi mamá, pero el sacerdote me decía que gracias a él ella tenía trabajo y que él era la única persona que nos ayudaba. También me compraba ropa y nos invitaba a comer”.
Gómez le decía que un cuerpo solo soportaba cosas que quería, que la violación era un concepto que no existía y que él tenía que meterse en la cabeza que estaba disfrutando lo que pasaba. “Yo quedaba como loco, soportaba el dolor de las heridas. Fui obligado a destruir cualquier evidencia, a botar los papeles con los que me limpiaba en el inodoro, a bañarme cada vez que él decidía usarme de forma grotesca, fuerte y abusiva”.
Secuelas irreversibles
Para el 2014 los vejámenes continuaban. David seguía siendo abusado y victimizado. Para cuando tenía 19 años había comenzado a fumar marihuana, la relación entre su familia y su madre se habían deteriorado.
“Él rompió todos los lazos de comunicación entre nosotros -la madre- y a la vez decía que él era el único que podía ayudarnos”. David quiso escapar muchas veces del abuso, incluso una vez intentó salir corriendo, pero el sacerdote lo golpeó en la espalda, le dio muchos puños, otras veces lo hacía grabar lo que sucedía.
Después de que el párroco le obsequiara un teléfono celular cuyas intenciones reales, era contactar a más niños o husmear sus conversaciones, fue que David se percató de que su victimario utilizaba cuentas de Facebook e Instagram con perfiles falsos para subir contenido explícito.
El relato de David y las pruebas aportadas por los abogados y los investigadores de la Fiscalía General de la Nación fue lo que permitió que se le imputaran cargos por los delitos de acto sexual abusivo, acceso carnal abusivo con menor de 14 años y acto sexual violento agravado. Todos con mayor punibilidad debido a la investidura del sacerdote.
Hablar fue una palabra negada durante años para este joven. “Hoy puedo decir que ha sido la decisión más liberadora de mi vida. William Eduardo Alfonso Gómez arruinó mi infancia, mis propósitos, mis ilusiones. Acabó con mi inocencia. Ahora sé que lo que pasó no fue mi culpa; él, como sacerdote, tenía poder sobre mí”.
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