El hijo de rana, Rin Rin Renacuajo, salió esta mañana, muy tieso y muy majo…
No tenía nada que ir hacer afuera, llena estaba su nevera,
no tenía que ir a trabajar, ni tampoco a estudiar,
no tenía diligencia, ni tampoco emergencia,
se sentía encerrado en su casa con reja, así que decidió salir como mucha gente en Barrancabermeja.
Muchacho no salgas, le grita mamá, pero él hace un gesto y orondo se va…
Quédate en casa le dice la Alcaldía,
el periodista, el médico y hasta el policía.
Pero aquel ciudadano hasta se pone bravo,
y se va para la calle sin importarle un rabo.
Halló en el camino un ratón vecino, y le dijo: amigo venga usted conmigo, visitemos juntos a doña Ratona habrá francachela y habrá comelona…
y así el ciudadano un poco ilógico,
contamina a otros del mismo zoológico,
de su mal comportamiento y de su mala educación,
de falta de disciplina, pobre huevón.
Y da uno, dos, tres golpes, y preguntan ¿quién es? Yo doña Ratona, beso a usted los pies, estaba en mi oficio hilando algodón, pero eso no importa bienvenidos son…
Arrastrando a la gente sigue el mal ciudadano,
de la misma calaña del doctor marrano,
pues sin pensar en la gente, el buen dirigente,
prefirió a los bancos y nos tumbó de frente.
Se dieron la venia, se dieron la mano y dice Ratico que es más veterano, mi amigo el de verde radia del calor, démele cerveza hágame el favor…
Y aunque en cuarentena no se vende licor
en tiendas y bares, así haga calor,
al mal renacuajo le parece normal,
como aprobar festivales de Gospel y tamal.
De repente una gata y sus gatos aparecen en el umbral y aquello parece el juicio final…
No es cantaleta, pero quien a la naturaleza reta,
le llega el momento y le da duro en la jeta,
expone su vida y la de su familia,
porque un virus no espera y ellos hacen vigilia.
Don Renacuajito mirando este asalto, tomó su sombrero y dio un tremendo salto, y abriendo la puerta con manos y narices, se fue dando a todos noches muy felices…
Como mal patriota, con comportamiento idiota,
Se da cuenta del error, cuando llega el horror,
el coronavirus llega y él trata de huir,
y ya no hay tregua, todos a sufrir.
Rin Rin Renacuajo siguió saltando tan alto y deprisa, que se colocó en la boca de un pato tragón, este se lo embucha de un sólo estirón…
El daño está hecho, y la vida perdió,
el mal ciudadano que en casa no se quedó,
no se lavó las manos, ni uso tapabocas y guantes,
aún sabiendo que ante el Coronavirus éramos principiantes.
Así concluyeron uno, dos y tres, ratón y Ratona y rana después; los gatos comieron y el pato ceno y mamá Ratona solita quedó…
Termina así esta historia del ciudadano desobediente,
que como él, por ahí hay mucha gente,
que piensa primero en plata, salir a la calle y diversión,
y que se pondrán a llorar cuando no haya solución.