Razones de un vegetariano

he tenido la firme convicción desde temprana edad que este asunto representó un conflicto en mi interior desde que mis padres decidieron como sería nuestra alimentación. 

Tal vez no sea fácil responder las preguntas, y estoy seguro que cada uno tendrá sus razones pero he tenido la firme convicción desde temprana edad que este asunto representó un conflicto en mi interior desde que mis padres decidieron como sería nuestra alimentación. Rige un aspecto moral en mi pensamiento y de vieja data que instintivamente me lleva a considerar ante todo, el respeto de la vida de otros seres, cuya existencia considero tan llena de dignidad como la de mis congéneres.

Mi formación como médico también me ha permitido conocer los beneficios para la salud de una dieta libre de carne, lo cual se ha comprobado científicamente con evidencia cada vez mayor, además de los conceptos medio ambientales implícitos en la industrialización y procesos utilizados, la emisión de gases contaminantes provenientes de las heces de la ganadería mucho mayor que lo producido por el trasporte vehicular, la deforestación para los pastizales y el consumo desmedido de agua. Sin embargo, lo que detonó la toma de decisión se fundamentó mucho más en mi postura animalista, esa fue mi principal razón.

Consumo de carnes rojas y cáncer

Pero es pertinente recordar la relación del consumo de carnes rojas con el cáncer del tracto digestivo, particularmente el de colon y recto , amén del daño a la salud que proviene del consumo de fármacos y químicos utilizados la crianza del ganado vacuno y aves de granja. La OMS coloca en la misma línea a la carne con cancerígenos conocidos como el tabaco y el asbesto.

Además de todo lo anterior y en un intento de definir mis razones que en realidad son muchas, hoy día he entendido que no he podido aceptar el concepto de supremacía sobre seres más débiles sobre quienes, se dispone, se apropia y decide para el beneficio y goce de otros. No es posible entender el por qué los seres humanos adquirieron ese derecho siendo una especie evolutivamente más débil frente a otras especies más poderosas e intimidantes dotadas de facultades físicas extraordinarias.

Creo que nunca entenderé a cabalidad el principio de organización de la vida que nos han mostrado como natural y la lamentable suerte de vivirla con la precariedad de algunas especies como las aves de granja o las vacas y cerdos; no creo que haya en el reino animal seres más desdichados, a quienes solo les permiten vivir un corto tiempo en condiciones despreciables que difícilmente algún animal en la vida silvestre tendría que sufrir a pesar de todos los peligros.

La pregunta que deberíamos hacernos es si la humanidad ciertamente ha justificado de manera análoga el aplastamiento de pueblos o comunidades débiles, de semejantes infortunados, así como concebimos y aceptamos la llamada cadena alimenticia.

Desmembrar comunidades enteras con el fin de imponer la fuerza para la obtención de recursos naturales en favor de selectos grupos poderosos, es una práctica milenaria desde el principio de la evolución del hombre como primate desarrollado con las capacidades de cazar, recolectar y dotado de la inteligencia necesaria para sobrevivir a especies más poderosas en sus territorios.

El desarrollo del concepto de raza superior, arraigado en épocas más recientes de la historia moderna o la discriminación racial a ultranza , de lo cual aún notamos en muchos países, confirmaría la perdurable existencia de una cadena escalonada de pirámides en cuya cúspide se encuentran los poderosos del reino quienes a toda costa seguirán ordenando (cadena alimenticia y económica).

Dirigir hacia el olvido a culturas ancestrales y la destrucción de sus pueblos en favor de algunos reinos, representa claramente lo que justificar el concepto de cadena alimenticia ha llegado a significar entre nosotros los seres humanos, la ley natural de quien se posiciona a sí mismo como el más fuerte.

Entender los comportamientos de la raza humana siempre será un desafío incierto para quienes entendemos la vida de los demás como una dignidad compartida y no necesariamente competida. Vivir en armonía con nuestros semejantes y no semejantes quizás sea solo una utopía de coexistencia de la humanidad en un mundo de cuentos para niños.

Hoy después de tanto tiempo sigue siendo muy difícil encajar en este complejo pedazo de universo en el que vivimos, en el que poco nos importa nuestro entorno, con el arraigo de un egocentrismo absoluto, con gente que le importa muy poco el derecho a vivir de nuestros compañeros de reino y hasta los de la misma especie y seguir mirándolos estoicamente a los ojos, perdiendo cada vez más la esperanza de un mundo mejor.

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