Mi vieja cumplió 100 años y ya no tiene para pagar la luz, pero el calor la sofoca y la hace seguir endeudándose endeudando con los de afuera. Pero eso sí, mensualmente le llega puntual el cobro, le cobran ser bonita y pujante, le cobran estar llena de una riqueza que ya no es de ella.
Mi vieja cumplió 100 años y sigue teniendo una malla que la atraviesa y un puente que la divide. Ya casi nadie la respeta y los semáforos en rojo que se han comido la mayoría son la única decoración de navidad que ha tenido… Pero mi vieja sigue viva.
Mi vieja cumplió 100 años y le cortaron los árboles que daban sombra, la inundaron con promesas, sobornaron su futuro y se llevaron sus oportunidades… pero mi vieja sigue viva.
Mi vieja cumplió cien años y sus hijos jóvenes se mueren, la inseguridad de sí misma recorre su cuerpo y la hace temblar. Un día tras otro recibe malas noticias de hechos terribles que pudo prevenir pero que nadie dijo nada… Pero mi vieja sigue viva
Mi vieja cumplió 100 años y a sus extremidades rurales aún no le llega agua potable ni alcantarillado, en sus mejillas coloradas y polvorosas se dibujan líneas de carreteras deterioradas. A ella la maquillan para salir en videos donde le toca decir que está bien, pero cuando sale, no sabe dónde llegar porque después de tanto tiempo aún no tiene terminal… pero mi vieja sigue viva.
Mi vieja cumplió 100 años y aunque recibe más plata que su hermana mayor que vive a 2 horas de aquí, aún no ha podido arreglar los colegios de sus hijos, tampoco los pudo seguir educando para que el volcán que se agiganta en su voz inundara con esperanza la región y el país donde vive. Aún le queda la esperanza de ver a sus hijos, a los buenos, representándola en los escenarios nacionales para sentirse orgullosa de sus valores y principios… por eso mi vieja sigue viva
Mi vieja cumplió 100 años y sus pulmones siguen respirando los gases del vecino al que le arrendó una parte de su casa, sus medidores de aire nunca le funcionaron y por eso no sabe en qué estado está su salud. Tampoco tiene donde botar la basura y acumula y acumula, a la espera de que algún día le ayudemos a solucionar el tema… pero mi vieja sigue viva
Mi vieja cumplió 100 años y ya no puede lavar sus ropas blancas que claman vivir en paz, porque sus aguas las tiñen la suciedad de sus saqueadores. Ya no escuchamos sus dolencias que se volvieron paisaje, le duele todo y no pasa nada… pero mi vieja sigue viva
Sigue ‘vivita y coleando’. Mi vieja cumplió 100 años y con su mano temblorosa tomó el teléfono y llamó a sus hijos, a los de su sangre, nos dijo que no la olvidemos, que en medio de nuestras ocupaciones saquemos el tiempo para pensarla, soñarla y planificarla, nos dijo que actuemos, que eligiéramos bien a los administradores de la casa para que no la roben tanto, nos dijo que aún hay esperanza… que ella seguirá asomándose por la tarde a la orilla del río esperando que aunque tengamos diferencias, le tendamos la mano para llegar a la otra orilla, esa dónde se sienta orgullosamente barranqueña.
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