Las mujeres a lo largo de la historia hemos sido violentadas por nuestra forma de ser, de vestir, de hablar, de comer, de caminar, por lo que decimos, por lo que pensamos, por cómo actuamos, por nuestras decisiones, en fin, porque si y porque no.
Fuimos tan excluidas de todos los campos que es hasta hace apenas un tiempo que conocemos de nuestro cuerpo, nuestras emociones y situaciones, que podemos hablar con propiedad sobre lo que somos. Es desde hace unos años que podemos gritar el cómo han vulnerado todos nuestros derechos y alzar nuestra voz, en parte, gracias al movimiento feminista, que ha buscado siempre equidad, justicia y libertad, y gracias a muchas mujeres que a lo largo de la historia han luchado para que hoy gocemos de derechos laborales, reproductivos, sociales y de los que hablaremos aquí, los políticos, que adquirimos principalmente en la Constitución de 1991 al declararnos en igualdad frente a los hombres, y ratificamos a través de la ley 581 de 2000, por la cual se reglamenta la adecuada y efectiva participación de la mujer en los niveles decisorios de las diferentes ramas y órganos del poder público.
En el puerto petrolero, tristemente aún vivimos inmersos en una cultura machista y patriarcal, pero a pesar de eso somos muchas las que, desde diferentes ámbitos como el político, el social y lo comunitario hemos venido trabajando por construir la Barrancabermeja que todas y todos nos merecemos. Las barranqueñas somos mujeres arrechas, con tenacidad, berraquera, grandes capacidades y aptitudes que tenemos que explotar para crear lazos de unidad que nos permitan fortalecer nuestros liderazgos y así, hacernos escuchar, porque no es como dijo un excandidato presidencial que las mujeres debemos quedarnos en la casa y tampoco como se ha dicho en el Concejo Distrital, que merezcamos puestos o cargos políticos solo por ser mujeres y debamos agradecerlo a pesar de que se actúe erróneamente (de paso se aprovechan y apropian de banderas que no les corresponden).
Empoderémonos y atrevámonos a participar en diferentes espacios, es nuestro deber como ciudadanas. No dejemos que quienes no nos representan sigan decidiendo por nosotras ni les alcahuetiemos burlarse de nuestra Bella hija del sol, porque, al fin y al cabo, somos las perjudicadas. Y por último, déjenme recordarles que no somos p*t4s como nos dijeron en un libro, somos como Yarima y surgiremos del gran Magdalena Imperial.
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