El Magdalena Medio es un territorio que ha visto germinar la paz y también la guerra. Vio nacer las guerrillas del ELN, del EPL y al paramilitarismo con el grupo Muerte a Secuestradores (MAS), sin embargo, en la zona no todo ha sido guerra. Allí también se han gestado iniciativas de paz como el primer diálogo con el ELN en los años noventa, el foro “El diálogo es la ruta” en el 2012 en Barrancabermeja, que abrió el camino de encuentro entre el gobierno y las FARC en la Habana, entre muchas otras.
Sin lugar a dudas, este territorio tiene un gran relato que aportar a la verdad del país, desde la mirada de líderes y lideresas empoderadas que buscan con esperanza la transformación del conflicto hacia la paz.
Ante el desafío que significa construir un relato de verdad de la zona, mujeres, afrodescendientes, población LGBTI, víctimas del conflicto y delegados de las personerías municipales de 13 municipios de Santander, el sur de Bolívar y Antioquia, participaron en la presentación de una línea de tiempo preliminar del conflicto en el Magdalena Medio que va desde 1958 hasta 2018.
El encuentro, entre la comunidad y la Comisión, sirvió para escuchar y agregar a la construcción temporal, las acciones que más impacto generaron a la población por parte de grupos armados, empresas y el Estado. Al mismo tiempo que se conocieron los impactos y la forma cómo las comunidades afrontaron esos hechos violentos.
El ejercicio hace parte de las tareas que desarrolla la Comisión en sus tres años de trabajo. “Escucharemos a las víctimas y a los responsables de los hechos del conflicto armado interno, luego contrastaremos y comprenderemos lo escuchado corroborando los datos, para finalmente construir el informe final que recopilará las voces, los matices y las causas del conflicto”, aseguró en el evento la comisionada Lucía González.
La Comisión indagó cómo se afrontó y cómo aún se resiste el impacto del conflicto por medio de mecanismos como la organización social, la acción humanitaria, el acompañamiento de organismos nacionales e internacionales, las resistencias simbólicas y culturales, el apoyo entre las mujeres, la formación política y la renovación de liderazgos. Además, la reunión evidenció que las víctimas se reconocen como sobrevivientes del conflicto armado con capacidad para reivindicar sus derechos.
“Es importante que las víctimas y todo el conglomerado conozca la verdad, porque la verdad hace libre a las personas”, Luz Elena Pertuz Arboledo, enlace municipal de atención a víctimas de Puerto Wilches, Santander
“Hace 21 años que estamos esperando conocer la verdad, una debida justicia, una reparación integral y que estos hechos nunca más vuelvan se repitan” Jaime Peña, colectivo 16 de mayo, Barrancabermeja
El 16 de mayo de 1988 una incursión paramilitar en Barrancabermeja asesinó 7 jóvenes y desapareció de manera forzada a 25 más, asesinados en un lapso de 23 días.
“Los grupos armados no han dicho la verdad de que hicieron”, Ramón Eliecer Rolón Casadiego, del comité cívico del sur de bolívar
Cinco corregimientos del municipio de Simití son sujeto de reparación colectiva por la cruel guerra entre los grupos armados que se disputan el territorio.
Todos coinciden en que reconocer los hitos de violencia es necesario porque ayuda a la memoria del territorio, pero también esperan que la Comisión logre que se comprendan las razones que llevaron a un conflicto de más de 52 años y que se reconozca la fuerza política y social que han tenido las víctimas de zonas como el Magdalena Medio que, a pesar de las graves violaciones a los derechos humanos, no han renunciado a su capacidad de salir adelante. Un lugar en el que la violencia no ha podido “romper la comunidad”.