El próximo domingo 17 de junio se decidirá quién es el candidato que sucederá a Juan Manuel Santos.
Iván Duque se llevó la primera vuelta con 39,12% y representará al uribismo que no alcanzó a ganar en primera vuelta y que espera alianzas con Germán Vargas Lleras y los sectores de derecha y centro que temen a la izquierda.
Gustavo Petro llega con casi cinco millones de votos y con la responsabilidad de disipar los miedos de los escépticos y moderar para ganarse al centro y al liberalismo.
Duque, que capitalizó el miedo a la ‘venezolanización’ de Colombia y el ‘castrochavismo’ y se vendió como una opción joven renovadora, pero fervoroso defensor de Álvaro Uribe, sedujo a sus electores por la cerrada defensa de la economía de mercado, la propiedad y la iniciativa privada y la familia (compuesta por un hombre y una mujer); las modificaciones a los acuerdos de paz con las Farc (en particular, que los responsables de crímenes paguen cárcel antes de llegar al Congreso); y disminución de impuestos a los empresarios para generar empleo.
Petro, en contraste, sedujo a sus electores con un discurso antiestablecimiento, antioligarquía, y anticorrupción, propuestas para reducir la desigualdad de forma radical, sustitución de lo que denomina economía extractiva (basada en la extracción del petróleo y minerales) por una economía productiva, basada en la producción de alimentos, y energías limpias para frenar el cambio climático.
En manos de la extrema derecha y la extrema izquierda está el futuro de Colombia para los próximos 4 años. Solo quedar pensar bien y escoger la mejor opción para el país.