La periodista sueca Kim Wall, de 30 años, había sido vista con vida por última vez el 10 de agosto. Estaba a bordo de un submarino Nautilus UC3 de fabricación artesanal construido por el danés Peter Madsen.
Once días después, su torso, sin la cabeza ni los brazos, apareció flotando a la deriva en la bahía de Køge.
Las autoridades de Copenhague dieron una conferencia de prensa tras el macabro hallazgo y dijeron que se encontró sangre de Wall en el submarino y que la mutilación del cadáver se hizo para que se hundiera en el fondo del mar.
El inventor Peter Madsen fue detenido y este martes aseguró ante un tribunal de Copenhague que la periodista murió al caerle encima por accidente la escotilla del submarino.
Negó haber descuartizado el cadáver y dio una explicación estremecedora.
Madsen sostenía la escotilla de 70 kilos mientras Wall subía la escalera, pero según declaró, se le resbaló y no logró sujetarla, por lo que todo el peso cayó sobre la reportera y la mató.
El hombre siguió navegando varias horas y dijo haber pensado en suicidarse por la muerte de la periodista, pero alegó que no le pareció “decente” que Wall tuviera como tumba la nave y arrastró el cadáver y lo tiró por la borda, entero.
Pese a sus dichos, la Justicia de Copenhague prolongó cuatro semanas la prisión preventiva de Madsen.
La jueza consideró que hay “sospechas fundadas” de homicidio y de trato indecente a un cadáver, reforzadas por las “explicaciones cambiantes” del inventor, que será internado para ser sometido a un examen mental tras negarse a hacerlo de forma voluntaria.