La frigidez en las mujeres, uno de los grandes mitos

La frigidez, un mito machista.

De frígidas se catalogaron a las mujeres que no sentían placer en las relaciones sexuales o que no podían alcanzar el orgasmo por medio de la penetración. Este término peyorativo que comenzó a utilizarse por Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y psicología moderna; llegó al punto de imponer la creencia en la mujer que algo estaba mal con ella y su cuerpo.

Este mito se da a partir de la teoría de Sigmund Freud de que las mujeres tienen dos tipos de orgasmos, el orgasmo clitoriano y el vaginal. El médico austriaco afirmaba que las mujeres que llegaban a tener un orgasmo por medio del clítoris eran inmaduras y tenían trastornos psicológicos. Mientras que las mujeres maduras tenían orgasmos vaginales, es decir, por medio de la penetración.

Sin embargo, las que no llegaban a tener un clímax vaginal, ni sentían placer durante el coito; eran diagnosticadas de frígidas.

La teoría de Freud, que impuso mitos y patologías a las mujeres, buscaba impedir la autonomía sexual femenina. Este pensamiento creó la dependencia del hombre para que la mujer pudiera tener placer, pues únicamente se podía lograr con la penetración.

No es cierto que el hombre deba ser el responsable de conseguir que la mujer llegue al orgasmo única y exclusivamente a través del coito.

Por fortuna, es bien sabido que el clítoris es el órgano femenino creado para generar placer en las mujeres; y por medio del cual la mayoría pueden llegar a tener un orgasmo. Mientras que, por el contrario, la penetración no suele ser la práctica mediante la cual ellas experimenten más placer. Además, está demostrado que las mujeres por sí mismas pueden darse placer y llegar al orgasmo, incluso más rápido que en una relación heterosexual.

Según un estudio en promedio, una mujer en una relación heterosexual llega al orgasmo en 13,46 minutos. Mientras que por medio de la masturbación lo puede alcanzar a los 8 minutos.

La historia de Marie Bonaparte

Marie Bonaparte, sobrina nieta de Napoleón l, emperador de Francia, fue una princesa seguidora y creyente fehaciente de las teorías de Sigmund Freud. Esta mujer llegó al punto de someterse a intervenciones quirúrgicas (sin obtener resultados, incluso perdiendo sensibilidad) para mover su clítoris y poder obtener placer durante las relaciones sexuales con penetración. Marie es considerada una de las pioneras de la sexualidad femenina.

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