Unas vacaciones a Barrancabermeja se convirtieron en la oportunidad ideal para Juan Pablo Bautista de cristalizar el sueño de su vida: ser jugador de fútbol profesional.
Corría el mes de junio de 2016 y Bautista, el hoy goleador de la categoría Sub-17 de Alianza Petrolera, llegó a la ‘Bella hija del sol’ procedente de Cúcuta a pasar unos días de descanso con su tío Óscar López.
“Él me dijo que viniera a pasar vacaciones a Barrancabermeja y lo primero que empaqué en la maleta fue un par de guayos por si se presentaba la oportunidad de jugar un picadito. Estando acá me enteré de que había veedurías en Alianza Petrolera, quise intentarlo, me presenté y me seleccionaron a la siguiente semana”, recuerda Bautista, de 17 años.
Como él, en la Sub-17 hay otros dos muchachos que dejaron sus ciudades de origen para presentarse en Alianza Petrolera, atraídos por el nombre del club y por las excelentes campañas que siempre hacen los equipos de las divisiones menores.
Ellos son Alexánder Duque Marín, portero; el volante mixto Yeferson Zapata Ochoa, quienes hoy tienen en común, además de compartir una casa en el barrio Parnaso junto con el centroatacante Bautista, un profundo agradecimiento y amor por Barrancabermeja y por Alianza Petrolera.
Los tres son base fundamental en la campaña del equipo que dirige Ronald Orozco: en el campeonato nacional de la categoría clasificó como líder invicto del grupo 35 y el pasado fin de semana, en Bucaramanga, superó en el partido de ida 1-0 a Real Caracolí. El paso a la siguiente fase se definirá este fin de semana en tierras petroleras.
Desde la frontera
Cuando le dijeron que pasaba la veeduría y que sería nuevo jugador aliancista, lo primero que pensó Juan Pablo Bautista fue en la mujer que siempre lo apoyó en su sueño de ser futbolista profesional: su abuela Saida Torres.
“Ella estaba un poco enferma cuando vine a Barranca con mi tío. Cuando me escogieron la llamé a contarle la noticia y ella solo me dio palabras de apoyo; sabía que tendríamos que estar separados, pero eso no le importó con tal de que yo siguiera perseverando y cumplir así el objetivo que desde niño he tenido: ser una gran figura en el fútbol”, cuenta Bautista, de 17 años.
Las palabras calmantes de Saida fueron suficientes para que tomara la decisión de aceptar quedarse en el equipo. “Bueno, eso y la promesa que en esa llamada mi abuela me dijo que hiciera y es que lucharía sobre todas las cosas para ser un jugador profesional”, dice.
A los pocos meses Saida murió y es a ella a quien Juan Pablo dedica todos los goles y triunfos que ha conquistado. En el campeonato nacional ya lleva 24 anotaciones.
“Yo sé que ella ve los partidos desde arriba y canta mis goles, los cuales hago gracias al trabajo en equipo con mis compañeros. A ella, a mis compañeros y al resto de mi familia les agradezco todo; aún falta mucho por dar, pero estamos trabajando duro para lograr los objetivos que nos hemos trazado en el equipo, que es mi familia acá en la bella Barrancabermeja”, asegura Juan Pablo.
Voladas desde Medellín
Alexánder Duque Marín es un líder innato y una de las figuras del equipo juvenil. Su llegada a Barrancabermeja se dio en el segundo semestre de 2016, tras una propuesta del profesor Carlos Rendón. Desde entonces no quiere irse, pues espera seguir construyendo su historia futbolística con uno de los equipos que veía desde su natal Medellín como una plataforma de grandes jugadores.
Para él es un orgullo portar los colores aurinegros, que cada vez lo aproximan más a ser un arquero profesional y una persona integral. En las noches cumple con sus otras obligaciones con el club: estudiar y mantener un promedio con buenas notas para poder jugar los partidos. En la Sub-17, manifiesta, no solo se les exige en el ámbito futbolístico sino en el educativo.
“Recuerdo una vez que el profe Ronald se enteró de que yo no estaba estudiando y me sacó del equipo titular por unas semanas, hasta que volví a asistir a las clases. Desde ese momento entendí que debo ser más responsable en ese ámbito, pues acá nos formamos como deportistas y como personas al servicio de la sociedad”, afirma.
Asegura que no es fácil dejar la familia en su ciudad de origen, pero que en Barrancabermeja han encontrado personas muy amables que los hacen sentir como en casa.
Es el caso de Gloria Torres y Maria Rodríguez, quienes en los momentos difíciles le levantan el ánimo. “También está Richard León y Yanis Martínez, quienes me han acogido de la mejor manera y me han ayudado enormemente; les agradezco de corazón”, afirma Alexánder, el ‘veterano’ de estos muchachos.
Puro corazón
Unas de las cualidades en el juego que más sorprende de Yeferson Zapata Ochoa es que a tan corta edad tenga movimientos precisos y asistencias claras.
Este medellinense, nacido el 12 de febrero de 2001, desde pequeño se ha consagrado al fútbol. “En el 2018 tuve la oportunidad de venir a probar al club y en la primera semana quedé seleccionado. Sabía que Alianza es un equipo que siempre juega bien y que las divisiones menores tenían mucho talento, por lo que las pruebas para ganarme un lugar no serían tan simples y menos en mi posición, pero al final, gracias a Dios, me escogieron y acá vamos”, manifiesta.
Por supuesto, vivir lejos de casa y de su familia no ha sido fácil y menos a tan corta edad. “Es complicado, pero le agradezco a la vida por haber tomado la decisión de venir acá y luchar día tras día por la ilusión que desde niño he tenido: ser un futbolista que lo deja todo en la cancha”, cuenta.
‘El Paisa’, como le dicen, afirma que admira a Freddy ‘Pólvora’ Flórez, por la entrega y la energía con la que encara los partidos, lo que ha hecho, agrega, que la hinchada lo admire por su compromiso con el equipo de Barrancabermeja y el Magdalena Medio.
Para este joven, su abuela, su madre y su hermana son los motores que lo impulsan a esforzarse, con el fuerza y energía que le envían desde Medellín.
“Todos los sueños se pueden hacer realidad si uno trabaja por ellos. A los que quieran ser futbolistas, no desfallezcan, las oportunidades van llegando a medida que uno se va fundamentando. El camino al éxito es duro, nosotros apenas estamos empezando, pero vale la pena el sacrificio que se haga para cumplir los objetivos que se quieren lograr”, concluye Yeferson.