El sábado 7 de septiembre, sobre las 9:00 de la noche, se conoció el fallecimiento de Cielo González Díaz en Floridablanca, Santander. La noticia impactó profundamente no solo a su comunidad, sino también al ámbito médico, ya que Cielo fue la primera mujer en Latinoamérica en vivir con un corazón artificial durante más de una década.
Nacida en Albania, Santander, Cielo González dedicó 30 años de su vida a la docencia en una escuela de su pueblo natal. Sin embargo, su vida dio un giro radical cuando un diagnóstico médico determinó que su corazón no podía seguir bombeando sangre con la fuerza necesaria. La enfermedad le impedía realizar incluso las tareas más sencillas y la obligó a abandonar la profesión que tanto amaba.
En 2014, un innovador procedimiento realizado en la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV) le brindó una nueva oportunidad. Cielo fue sometida a la implantación del dispositivo HeartMate II, una bomba mecánica que reemplazó la función de su debilitado corazón. Durante diez años, Cielo vivió con su “corazón en una maleta”, como ella misma solía decir, cargando siempre con el dispositivo y las baterías que lo mantenían funcionando.
A lo largo de su vida con el corazón artificial, Cielo se convirtió en un símbolo de resiliencia y esperanza. Su historia inspiró a muchas personas que, enfrentando situaciones similares, encontraron en ella un ejemplo de fortaleza. Sin embargo, a los 66 años, complicaciones derivadas de una infección llevaron a su fallecimiento.
El Instituto Cardiovascular HIC, donde se realizó el innovador procedimiento, expresó su pesar en un comunicado oficial, destacando la valentía de Cielo hasta sus últimos días. El anuncio también reveló que, a pesar de sus esfuerzos por seguir adelante, su salud se vio afectada de manera crítica en las últimas semanas.
Actualmente, su familia enfrenta una nueva dificultad: la EPS aún no ha certificado su fallecimiento, lo que ha sumado un capítulo más a la “odisea” de esta mujer que, hasta su último aliento, fue un símbolo de lucha y determinación.
Cielo González deja un legado que va más allá de su historia médica; es un recordatorio de la capacidad humana para adaptarse y enfrentar adversidades con dignidad y esperanza.