El lenguaje incluyente ha sido un boom en los últimos años. Mucha polémica se ha generado en torno a dicho lenguaje, el cual busca ser inclusivo a la hora de hablar y comunicarnos con los demás.
Si nos vamos a la definición, encontramos que el lenguaje incluyente, lenguaje igualitario o lenguaje no sexista y el lenguaje inclusivo es una práctica lingüística que, además de evitar ser sexista, incorpora a lo femenino, lo masculino y otras identidades.
Aunque bueno, realmente usar el lenguaje inclusivo se ha vuelto más moda que verdaderamente una convicción, y es que las personas usualmente lo usan en modo de burla, más que de la manera en la que fue diseñado. Caso que pasa mucho en Colombia, donde a los amigos les decimos “marica”, partiendo de ahí.
Amigue, es la nueva manera en la que los amigos se llaman cuando tienen confianza y quieren ser un poco más creativos. Ojo, no estoy desmeritando el uso del lenguaje incluyente, claro que no, que cada quien use su español como quiera. A lo que voy es que, ¿Realmente es necesario el cambio en el lenguaje para generar inclusión?
Es que la variación en el lenguaje no se remonta a este siglo, durante el paso del tiempo se ha evidenciado que el idioma ha ido evolucionando y las palabras al igual que su significado se han venido transformando. De eso se trata avanzar y evolucionar, la cuestión está en tomar lo que realmente creemos que nos sirve en nuestro lenguaje diario. Sin pisar el terreno y la integridad de los demás.
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