Las conmemoraciones tienen como propósito mantener viva la memoria histórica y colectiva; a fin de recordar, reflexionar y/o emprender acciones afirmativas, sobre determinados hechos y acontecimientos históricos, de importancia en el proceso evolutivo de la sociedad y que impactan el desarrollo de la humanidad. Pero hoy, las fechas conmemorativas son tan numerosas, curiosas y de tan diversa índole, que dan la sensación de haber perdido su vocación de remembranza y su sentido práctico, quedando diluidas en la rutina y en los aspectos meramente comerciales o superfluos.
De los 365 días del año, 170 días contemplan conmemoraciones internacionales, declaradas por organismos como la ONU. A ello, hay que sumarle las establecidas por los legisladores de cada país y los días cívicos institucionalizados en las municipalidades. De menara que, agrupando las celebraciones internacionales, nacionales y locales, tenemos que a más del 50% de los días del año, se les ha asignado un motivo conmemorativo.
Por ejemplo, en el caso colombiano, en virtud de la Ley 1656 de 2013, el Congreso de la República, declaró el día 13 de marzo, como Día Nacional del Alcalde, fecha conmemorativa, de la cual muchos ignoran su origen y finalidad, pero que se usa popularmente para felicitar, agradecer y hasta publicar una foto con su Alcalde en redes sociales como expresión de cariño. Sin embargo, es preciso recordar que este día, fue promulgado en homenaje a Eudaldo Díaz Salgado (Alcalde de El Roble), vilmente asesinado en cumplimiento de sus funciones, por paramilitares en alianza con el gobernador de Sucre de ese momento (Salvador Arana).
Eudaldo Díaz Salgado, será recordado por su valentía, al haber denunciado una fuerte persecución en un Consejo Comunitario, frente al entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, con estas palabras: «Presidente intervenga, es una vida, yo soy un Alcalde, primero viene mi suspensión, luego mi destitución y después mi muerte…Señor Presidente es que a mí me van a matar». Y tal como lo vaticinó, su negra premonición se materializó, y con la permisiva actitud del Estado y del Gobierno Nacional, primero fue desaparecido forzosamente, posteriormente torturado y finalmente asesinado.
De manera que el Día Nacional del Alcalde, más que ser una celebración, exalta la memoria de quienes han muerto en ejercicio de sus funciones y ello nos debe llevar a una profunda reflexión como sociedad, en relación con la violencia política que aún se respira en muchas zonas del territorio nacional y a la necesidad de seguir apostándole al difícil camino de la paz.
Finamente, aprovecho esta fecha conmemorativa, para sugerir a los Alcaldes de nuestra región, que la mejor forma de ser recordados, la encontrarán en la transparencia y honestidad con la que actúen durante su mandato, en la humanidad con la que traten a la gente, en el diálogo social que establezcan con las comunidades y ante todo en las obras y proyectos que logren ejecutar en sus cuatro años de gobierno, en pro del mejoramiento de la calidad de vida de sus ciudadanos y la realización de los derechos humanos de la población.