De acuerdo con el informe de la universidad francesa, publicado en el portal especializado BioRxiv, el SARS-CoV-2 o COVID-19 pudo replicarse a pesar de estar a 60 grados Celcius; por lo que los investigadores tuvieron que subir la temperatura al punto de ebullición para matarlo por completo.
“Solo el protocolo de 92 grados Celsius, durante 15 minutos, fue capaz de inactivar totalmente el virus. Otros dos protocolos, a 56 y a 60 grados y aplicados durante 60 minutos, lograron una clara disminución de la infecciosidad, que sin embargo se mantuvo latente”, detallan los autores de ese estudio.
Los científicos, para llegar a esa conclusión, tomaron células renales de un mono y las infectaron con una cepa aislada de un alemán con coronavirus. Luego, colocaron esas muestras en 2 ambientes diferentes: uno “limpio”, con ambiente puro, y otro “sucio”; simulando la “vida real” con proteínas animales para simular contaminación biológica, explica BioRxiv.
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Con el calentamiento del ambiente a altas temperaturas, las cepas en el “limpio” se desactivaron; mientras que las del “sucio” sobrevivieron y “comenzaron una nueva ronda de infección”, señala el mismo portal.
Por último, los investigadores de la Universidad de Aix-Marsella, al obtener los resultados de su estudio; recomendaron a los técnicos de laboratorio que trabajan con el COVID-19, utilizar ciertos químicos para reducir riesgos de infección.