Foto/Vanguardia liberal, Edgar Pernett.
El 6 de diciembre de 2011 parecía ser un día normal en Barrancabermeja, caracterizado por el cálido ambiente. Sin que nadie lo esperara, el entorno se tornó frío y escalofriante, cuando los barranqueños se levantaron con la trágica noticia del asesinato de los dos administradores del Fogón Yariguíes, uno de los restaurantes más emblemáticos y conocido por su deliciosa comida, situado diagonal al parque Camilo Torres o como popularmente lo llaman “El Descabezado”.
En pocas horas empezaron los rumores sobre el motivo por el cual dieron muerte a los hermanos Silfredo y Dulis Vargas López.
El doble homicidio resultó aberrante, desgarrador y repudiado por la comunidad petrolera y fue lo que condujo a Jerry (*) a las instalaciones del centro de internamiento preventivo para menores de edad, Cromi, a la espera de sentencia por haber infringido la ley cuando tenía 17 años.
*Jerry, oriundo de Puerto Boyacá, relató la situación que lo llevó a ser reducido en el centro de recepción.
De manera desgarradora, pero con mirada tranquila y como si se tratara de una historia cotidiana, contó los hechos que cobraron la vida de los comerciantes locales. No fue el primer homicidio que cometió, pero si el primero por el que lo atraparon.
La semilla de la maldad se sembró en su niñez. Cuando era pequeño fue testigo de la violencia intrafamiliar, su padre, desmovilizado de las autodefensas, azotaba a su madre de tal forma que era insoportable para sus ojos y oídos. Por estos actos, dice que finalmente enfrentó a su padre por defender a ese ser que le demostraba algo de cariño y que lo gestó durante nueve meses. Además, tuvo que convivir con los horrores de la guerra, los cuales mercaron su vida para siempre.
A los 11 años decidió irse de la casa, puesto que no podía seguir con la impotencia ante el sufrimiento de su madre. “Me tocó irme, mi papá le cascaba mucho a mi cucha”, dijo, Partió hacía Chiquinquirá donde empezó su vida delictiva.
En Chiquinquirá conoció ciertas amistades que lo introdujeron en el lado oscuro y pesado mundo de las drogas; se dedicó a vender sustancias alucinógenas y, al poco tiempo, ya tenía conexiones en la olla y en las cárceles, para luego pertenecer a una banda de apartamenteros. Así afirmó *Jerry, sobrevivió.
Su primer homicidio lo cometió a las 13 años, edad en la que debería jugar en el parque y compartir con sus cuatro hermanos.
“No mataba encargado y esas vainas; muchas veces uno se mete en un sitio a hacer la vuelta y la gente se pone pesada, le tiran a uno, entonces no, ¡tome!, matarlos, porque es uno o ellos; otra veces era por cuestiones ya personales, pero mas que todo era por la vaina de la merca, a veces tocaba sacar jíbaros del sitio, tocaba matar por competencia, o cuando no quieren entregar la plata (…), si la gente copia, tampoco uno va ir a matarlo porque sí”.
*Jerry relató cómo habían planeado el robo al Fogón Yariguíes entre él, Elber Andrés Hernandéz de 24 años de edad; Juan Antonio Zapata, de 20 años de edad, y uno más que se escapó.
“A nosotros nos cantaron la vuelta, duramos como un mes echando inteligencia, cómo se movían, cuántas personas habían, dónde estaba la plata, quienes era la gente, dónde vivían, todo eso”, mencionó.
Cada quincena el restaurante cambiaba de administradores, unos eran de Barrancabermeja y otros de Barranquilla, “entonces nosotros teníamos que coger los de Barranquilla; porque como ellos se quedaban 15 días acá en Barranca, cuando viajaban se llevaban toda la plata, entonces ellos la iban a echar en la caja fuerte” Aseguró *Jerry.
Después de la media noche decidieron entrar tres por la bodega del restaurante y uno quedó por fuera en el carro.
El joven contó que cuando entraron buscaron las llaves, abrieron los candados e ingresaron en la habitación donde se encontraban durmiendo los administradores. La caja fuerte estaba en el closet, la idea era sacarla y retirarse del lugar.
Uno de ellos dijo que “estos manes toca de todas maneras amarrarlos, porque donde empiece la gritería por ahí, nos calentamos”. Levantaron a sus víctimas y les explicaron que si colaboraban y entregaban el dinero no les iba a pasar nada.
Según *Jerry uno de los hermanos intentó agredirlo, al parecer porque sintió el miedo que percibía en uno de los ladrones, quien era incapaz de amarrarlo.
“El man no se quería dejar amarrar y le hizo señas al otro como de ataquémoslo, y el otro también se puso como visajoso y yo le dije: “Si me da un paso más lo mato y el man no copio, entonces cuando fue a dar otro paso le metí un tiro. El hermano se paró a recogerlo, pero le dije que ya le había dicho que si se ponía de visajoso lo. Mataba, entonces le pegué otro tiro (…) y ya cayeron muertos ahí”.
Una de las posibles casusas por las que los jóvenes terminan infringiendo la ley, como ocurrio con *Jerry, y que los llevan a permanecer en el Centro de Recepción y Observación del Menor Infractor, Cromi, de Barrancabermeja, es el consumo de sustancias psicoactivas. Esa adicción se debe, en la mayoría de los casos, a la carencia de una estructura familiar, la falta de escolarización y la poca utilización del tiempo libre.
Sobre esto, Elvira María Pinilla Gutiérrez, trabajadora social del Cromi, afirmó que “si hay un miembros en la familia que falla, es porque todos fallan de alguna u otra manera, directa o indirectamente”.
El Cromi alberga a jóvenes menores de edad enviados por orden de un juez Control de Garantías por el término de cuatro a cinco meses, mientras se determina su posible participación en una conducta punible. Hace más de 15 años el instituto abrió sus puertas a la comunidad, con el objeto de construir proyectos de vida saludable para los adolescentes que presentan conductas infractoras a las normas de convivencia descritas en la ley.
Cabe resaltar que es el único instituto en Barrancabermeja que tiene a su cargo el sistema de responsabilidad penal para estos jóvenes.
Yvonne Fernanda Gaitán, directora del Cromi afirmó que el delito por el que más ingresan los menores es el hurto calificado y agravado, seguido por el abuso sexual, la violación de la ley 30 de 1986 relacionado con la comercialización y consumo de estupefacientes, y, en menor número pero no de menor gravedad, el homicidio.
También dijo que el número de menores infractores de la ley penal esta aumentando y, desde su perspectiva, se debe a que la ley es laxa con los adolescentes; se está llegando a comprobar que los menores están siendo utilizados para cometer delitos, debido a que las condenas para ellos son inferiores, razón que impulsa a otros criminales a ejercer la manipulación de los jóvenes.
Según las últimas cifras del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes (SRPA)
Desde el 2007 a abril del 2016 a nivel nacional se han presentado 209.479 casos de menores infractores de la ley, ubicando a Santander en el cuarto puesto con 2.246 casos, con un 20% de reiteración del delito.
Por su parte, el abogado experto en Derechos Humanos y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, Juan N. Manrique Sánchez, aseguró que “el aumento en la participación de menores en actos delincuenciales se debe, como primer factor a la falta de un verdadero sistema de resocialización y rehabilitación del delincuente, porque lo que tenemos en Colombia es un sistema completamente represivo, sin condiciones, donde hay incremento progresivo del apetito criminal. En otros sistemas donde se tienen otros recursos, se puede establecer un sistema de rehabilitación”
De igual forma, insistió que “el segundo es de carácter socioeconómico; la sociedad no ha logrado resolver temas más neurálgicos, de fondo, no ha logrado habilitar ese principio de igualdad, por lo menos crear condiciones mínimas de vida digna a todos los colombianos”.
El objetivo del Cromi es que, a través de un programa conductual (con enfoque cognitivo – conductual, a mejor comportamiento, mejores privilegios, y al comportamiento no adecuado sanción), logren enseñar a los jóvenes que pueden ganar lo que quieran con esfuerzo. Su labor involucra un diario vivir terapéutico, capacitaciones, actividades pedagógicas, oportunidades de estudio, ayuda psicológica y psiquiátrica con el fin de lograr cambios de estilos de vida y pensamiento en los jóvenes.
Por conspiración divina y para infortunio y desdicha de *Jerry, él y sus compañeros fueron atrapados por coincidencia, puesto que mientras ellos robaban dentro del restaurante afuera otros también estaban delinquiendo y testigos habían denunciado el hecho.
En ese preciso momento la Policía realizaba una ronda de reconocimiento y el encargado del carro al escuchar unos tiros se asustó y se fue.
En este caso, hubo justicia para las familias de las víctimas. *Jerry al cumplir la mayoría de edad fue trasladado a un centro de reclusión. Pues fue sentenciado a 6 años y 6 meses por hurto calificado y agravado, porte ilegal de armas y homicidio.
Como él, muchos jóvenes aguardan definir su situación o una segunda oportunidad para alcanzar un porvenir prometedor.
Por
Melissa Moreno
Comunicadora Social – Periodista
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