Al celebrarse la Semana Javeriana bajo el lema “Javeriana 90 años, construyendo futuro”, la comunidad educativa de la Sede Central intensifica el envío de mensajes prometedores para sumarnos a participar en espacios que, según ellos, hará de Colombia y el mundo un lugar mejor para vivir.
Lastimosamente, para mí, el panorama no es tan alentador.
Vale la pena detenerme aquí y hacer una reflexión para que dimensionen el descontento y la desilusión que me invade.
Como estudiantes nos hemos ajustado a una ‘novedosa’ modalidad virtual en medio de esta pandemia que agobia a un gran porcentaje de ciudadanos que migramos a una enseñanza remota, pero ¿es valido seguir clases virtuales cuando se evidencian fallas de calidad? Y peor aún, cuando no se ve un acompañamiento tecnológico a los docentes tradicionales que imparten sus sabios conocimientos.
Mientras otras universidades como el Área Andina, la EAN, Externado de Colombia, Konrad Lorenz, la Central y la Cooperativa anuncian su plan de descuentos para el segundo periodo académico del 2020; la Javeriana envió la circular 017 de 2020 precisando que:
“El valor de las matriculas reflejan el costo del servicio educativo de calidad que la Universidad está prestando (…) contratación y cualificación del cuerpo profesoral, generación de nuevo conocimiento para fortalecer los contenidos docentes; la disponibilidad de infraestructuras tecnológicas, de comunicaciones, bibliografía, (…). Por lo tanto, no seria responsable por parte de la Universidad considerar un descuento en el valor de las matrículas. Ello sería una decisión que quizás tendría una buena acogida en su corto plazo, pero impactaría a la Universidad de tal manera que no podría asegurar su promesa de acompañar a los estudiantes en los próximos años (…)”
Acaso el costo-beneficio no supera cualquier expectativa para los planteles educativos. Acaso la calidad debe estar limitada a las condiciones económicas de los estudiantes, es vez de generar una verdadera empatía debido a la situación que atraviesa el planeta y fortalecer el sistema educativo en declive en muchas regiones.
Quizás muchos se identifiquen, otros no les interese, pero ahorré todo un año para ingresar a la Universidad y satisfacer expectativas de especialización. Al igual que yo, muchos debieron hacer esfuerzos para cancelar un valor que se salía de nuestras posibilidades, y ahora por falta de asistencia virtual a los docentes, se esfuma la esperanza de obtener cursos de calidad.
Pues bien, ni disminución de costos, ni disponibilidad de infraestructuras tecnológicas, ni calidad, ni dinamismo, ni NADA.
Y viene mi segunda reflexión. ¿Es justo que la Universidad dejen a su suerte a algunos docentes que se esfuerzan por ir al ritmo del mundo actual?
Lo viví hoy junto a mi grupo de compañeros.
Admiración y respeto a los docentes. Sin embargo, tristeza y molestia porque en ningún momento la Universidad Javeriana prestó soporte al profesor que luchaba por trabajar el pro de esta dinámica virtual.
Hay un claro desconocimiento del manejo de plataformas, y ante ello, no se percibe el interés en capacitar o guiar estas dificultades frente a un fenómeno microscópico que irrumpe todos los espacios comunes.
Con el grupo optamos por habilitar otra plataforma e indicarle detalladamente el proceso de conexión con el fin de permitir una comunicación bidireccional, interacción entre los actores, ‘Feed-back’. El desafío para la educación superior es vincular a su comunidad de tutores nuevas metodologías de enseñanza desde la tecnología, siempre asistiendo y acompañando los procesos.
Querida Universidad Javeriana, no permitas que salgas de mis afectos, somos estudiantes no clientes.
Laura Forero – Profesional en Comunicación Social
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