Día del maestro, un día lleno de momentos inolvidables, que sin duda alguna han marcado generaciones enteras, momentos llenos de alegría, por cada vez que llegaba nuestro profe favorito a enseñarnos con todo el amor del mundo e inclusive en algunas ocasiones, también contaba sobre como llego al ser docente y aspectos relevantes de su vida, historias de alegría que sin duda alguna quedarán en nuestros corazones, también teníamos momentos en donde al docente los queríamos tanto que en varias ocasiones hacían un caos el colegio o la universidad para que ese docente que enseñaba con tanta pasión no se fuera y sin duda alguna lograba quedarse.
Cada docente es único, tiene un alma que inspira a seguir y lo más importante de todo es que ellos son el pilar de la sociedad, sin ellos no estaría escribiendo esta columna y es bastante curioso porque con mucho amor recuerdo a docentes que me enseñaron a dar mis primeros pasos, sobre como escribir, como leer, como sumar entre cientos de áreas, materias y pasiones que cada uno me ha enseñado a lo largo de mi vida, la labor del docente es la mas bonita, es la que está llena de alegría, de tristeza, de momentos en los que todo parece ir de cabeza pero ellos siguen ahí, enseñando algo diferente todos los días, de ellos he aprendido que todo tiene un significado o una enseñanza por más absurda o complicada que sea la labor, algo se nos queda y es ese conocimiento que perdura por generaciones, por eso de ellos aprendí lo bueno y lo malo, de los éxitos y los fracasos. Aprendí que cada uno de ellos nos dejará algo que estará con nosotros hasta el infinito y más allá, aprendí de los profes que creyeron en mí y aprendí de los que dudaron de mí, haciéndome entender que se debe exigir más de lo que se es capaz dar, de ellos aprendí la importancia del trabajo duro. Me demostraron que nada es fácil y que el éxito requiere dedicación y perseverancia. Me enseñaron que nunca debo renunciar a mis sueños, por difíciles que parezcan.
De ellos aprendí la importancia del respeto. Me mostraron que todos merecen ser tratados con dignidad y respeto, independientemente de su origen o creencias. Me enseñaron que siempre debo ser amable y compasivo con los demás, y que nunca debo juzgar a alguien por su apariencia o sus circunstancias estoy muy agradecido por todo lo que mis maestros me han enseñado. Me han ayudado a convertirme en la persona que soy hoy, y soy una mejor persona gracias a ellos. Estoy orgulloso de llamarlos mis maestros, y nunca olvidaré las lecciones que me enseñaron, cada uno ha dejado una parte de su enseñanza en mi y es algo siempre voy a apreciar, también de ellos aprendí, que, aunque no estén con nosotros sabremos que gracias a ellos estamos hoy aquí contando una bonita historia.
“En memoria de Gustavo Flóres, profe y amigo”
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