BARRANQUEÑOS ¿CRÍSIS O ZONA DE CONFORT?

 

En estos últimos días donde la tecnología, la comodidad y el progreso son palabras que nos abordan por doquier, no es raro escuchar la expresión zona de confort con frecuencia, sin embargo, cuál es mi zona de confort como estudiante,trabajador o líder?

Vivimos en un sociedad – mal llamada comunidad por cierto-, donde mi zona de confort nada tiene que ver con el de al lado, mi afán y deseo intrínseco por avanzar no me permiten detenerme a observar, no para ayudar claramente, sino para al menos corregir o mejorar mis procesos; estamos tan ensimismados en lo que creemos merecer, que el individualismo absoluto nos absorbe, se nos olvida incluso que hace más de dos mil años alguien sabio dijo: el que quiera ser el primero, el más brillante, el mejor, debe servir a los demás.

Como barrameja veo claramente que mi zona de confort no puede ser tal si mi comodidad no beneficia a alguien diferente de mí, por lo menos no perturba o incomoda al de al lado, y no es que me encuentre de acuerdo con la pluralidad cada vez más agobiante de normas para el básico comportamiento y la sana convivencia, no!!!, pareciera que entre más normas nuestro comportamiento será mejor y solidario y nada más lejano de la realidad que ese pensamiento; otra vez se nos olvida que el cambio exterior o la metanoia de las cosas incluso de la vida misma, proviene solo de adentro.

Mi zona de confort como estudiante o trabajador, me debe conllevar a reflexionar que tan bien estoy haciendo mis deberes que merezco esta oportunidad; mi zona de confort como líder me debe llevar a reflexionar si estoy dirigiendo como me gustaría que me dirigieran y si estoy gestionando o apoyando a mi comunidad como me gustaría que lo hicieran conmigo.

Nada más cierto que lo que va regresa, lo que sale de mi vuelve a mí y así sea solo por interés debemos entonces ser medianamente inteligentes para dar lo mejor de nosotros, para procurar el bien de los demás, para tratar amablemente al que va al lado mío en el bus, en la calle o al que comparte conmigo más de 8 horas en la oficina y aún no le se el nombre completo.

La otra cara de la moneda es: mi zona de confort realmente me beneficia o me estanca? Me beneficia si como lo dijo el sabio sirvo a los demás y me estanca si me paraliza el solo pensar que algún día se puede esfumar trayendo junto con su partida el sentimiento de incapacidad para obtener algo extraordinariamente mejor.

Es hora de hacer el pare, de retribuir lo que nuestra ciudad ha hecho por nosotros y por nuestros antepasados, el futuro visto por nuestros sentidos es tan incierto que solo el Todopoderoso puede ayudarnos, pero no solo depende de El, depende de si dispuse mi zona de confort para el bienestar de los demás y no me creí la irrisoria fábula del merecimiento y los quince minutos de fama.

Por/ Maria del Pilar Zapata Durán/ Abogada

‘Las opiniones vertidas en esta sección  son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de Dígame”

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