“La economía es demasiado importante para dejarla en manos de los economistas” fue la frase que hace unos años leí en la contraportada de un libro y que desde entonces me quedó retumbando en la cabeza y a la cual cada día le encuentro más sentido.
Soy economista de formación sin embargo siempre he sido un crítico de mis colegas quienes en su afán de mantener el estatus de “grandes conocedores” y “genios” que brinda la carrera, terminan cayendo en complejos tecnicismos o hablando únicamente para que les entiendan otros economistas y demás profesionales de carreras relacionadas.
En ese sentido siempre he creído que soy un mal economista, pues me aburre leer textos, documentos o noticias que tengan estas características. Incluso cuando fui docente universitario siempre intenté hacer las clases que daba lo más agradables, aterrizadas a la realidad y menos teóricas posibles, pues es común que a la gente le aburra hablar de economía aun cuando sea una materia de interés general.
Algunas de las razones por las cuales la economía debería no ser ajena a todos es por la necesidad de ideas alternativas que dinamicen la economía y generen empleos. Y en ese sentido, resulta que aportar a la reactivación de una economía es tan sencillo como comerse una pizza o una hamburguesa.
Durante los últimos años en Barrancabermeja sólo se ha oído de parte de muchos ciudadanos, líderes políticos y periodistas hablar de crisis económica, llegando a la misma conclusión que la única opción para la ciudad se encuentra en la modernización de la refinería de Ecopetrol, sin embargo, dos grupos de personas, a quienes quiero resaltar como genios, valerosos, valientes y totalmente salidos del molde, entre los cuales se encuentran los amigos de “Te lo recomiendo” y los de este medio digital (Digame.com.co), se dieron a la tarea de hacer un concurso para encontrar las mejores hamburguesas, pizzas y perros calientes del municipio. Lo que ellos no sabían y tal vez nunca imaginaron, es que su idea o experimento es una gran forma de dinamizar la economía y de generar empleos.
La explicación es sencilla: al bajar los precios de estos alimentos, sumado a una sencilla estrategia publicitaria hicieron que en la ciudad se vendieran (mal contados) más de 2.000 perros calientes, hamburguesas o pizzas en una semana. Esto por un lado trajo consigo un aumento en los ingresos inmediatos de los dueños de los restaurantes, pero por el otro trajo la creación de puestos de trabajo que, si bien pudieron ser momentáneos y seguramente informales, mejoraron por unos días la situación económica de estas familias. Además de esto, aquellas empresas que surtían los panes, carnes frías, vegetales y demás insumos para la preparación de los platos aumentaron también sus ventas, muy seguramente aumentando los ingresos de los asesores comerciales que atendían cada puesto de comida.
Esto lleva a que estas personas pudieran pagar recibos, saldar cuentas, comprar cosas y suplir sus necesidades, llevando dinero a otras familias a quienes también se les mejora su situación logrando que se dinamice la economía.
En conclusión, movilizar el aparato económico creando nuevos puestos de trabajo puede no necesitar conocer las teorías económicas, más si es totalmente necesario pensar “out of the box”, sin límites, de forma creativa, ingeniosa, tanto como el nombre del mejor hot dog de todos: el ‘perro loco’.