Para nadie es un secreto cómo han cambiado las cosas, sobre todo, la vida cotidiana desde que el mundo experimenta la pandemia del Covid – 19
El aislamiento preventivo ha servido para evidenciar las duras diferencias, con profunda desigualdad e injusticias. Estamos viviendo una cuarentena romantizada por los medios de comunicación, que mientras exigen a las personas quedarse en casa, nos muestran en pantalla salas amplias y neveras llenas
“Igualitas a las del 75% de los Barranqueños estrato 1 y 2”
Las noticias confunden diversificación con rebusque y venden la fragilidad de la economía local como una reinvención de los comerciantes innovadores de esta tierrita ribereña
Avanzan en número los casos en lugares recónditos, el coronavirus democratizó la salud y la muerte. Ante la falta de tratamiento o cura, la responsabilidad del contagio, empieza a ser motor de la discusión: ¿debe ser asumida por los individuos o por sus gobernantes y entes de control ?
Mientras esté fuera del alcance, realizar pruebas a la población, todos tenemos coronavirus y nadie tiene coronavirus. Sabiendo que hay pacientes asintomáticos, la incertidumbre se vuelve la norma.
Cinco casos nuevos diagnosticados en un día sorprendieron al puerto petrolero que se jactaba de estar libre del virus.
Aún así, que se pida que que por estos casos responda la Policía y el Alcalde, son prueba de la desconexión de los ciudadanos con las responsabilidades que nos competen.
Vociferamos que cierren las fronteras y exigimos más controles, mientras en la casa no nos lavamos las manos y en la calle no usamos el tapabocas.
No estamos en el kínder, no necesitamos un policía que nos diga que debemos usar el tapabocas, no necesitamos una profesora tiempo completo que nos acompañe a lavarnos las manos antes de comer, y , aunque eso de saludar de lejos, sin verse como un maleducado es de las mejores cosas del 2020, no estamos en el kínder para asumir el aislamiento preventivo y las medidas del gobierno como un juego; tampoco lo estamos Alcalde para que nos expliquen el POT con un pesebre, -pero, esa es otra discusión-.
Es hora de que los ciudadanos nos hagamos cargo del papel que tenemos en el cumplimento de las medidas estipuladas por el alcalde Alfonso Eljach para cuidar la ciudad. Además, es el momento de asumir el costo del cambio y la nueva realidad tenemos que apropiar para el desarrollo de la vida con el Coronavirus. El distanciamiento es social, la ciudad nos une.
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