Una de las principales ideas para lograr la dinamización de la economía local, en especial posteriormente a la difícil situación económica que vivió Barrancabermeja en los últimos años, ha sido convertir a la ciudad en un destino turístico. Esto puede ser soportado en cierta forma en el boletín que el Centro de Estudios Regionales del Magdalena Medio – CER publicó el año pasado (2018) sobre las potencialidades turísticas que tenemos. En este se demostró que la ciudad cuenta con la infraestructura, hoteles, restaurantes, aeropuerto, entre otros, y las condiciones territoriales, como atractivos naturales y culturales, apropiados para ser un referente turístico en el país.
A pesar de esto, pienso que el turismo va más allá de ciertas actividades como ver un museo o visitar lugares extraordinarios, pues también se requiere tener a la ciudadanía preparada para todo lo que esto trae consigo.
En ambos sentidos, quiero compartir varias experiencias que me han hecho dudar de nuestra preparación como ciudad para afrontar este tema. Antes que nada, quiero aclarar que no quiero criticarnos como ciudad, si no que este espacio lo quiero aprovechar para visibilizar nuestras deficiencias con el fin de mejorarlas.
1. Un señor que trabajaba en un proyecto nacional acá en Barrancabermeja y a quien tuve la oportunidad de entrevistarlo por mi trabajo (no soy periodista) me dijo que prefería ir a comer todas las noches a otro municipio que queda cruzando un puente así fuera más lejos y no tuviera tan buena comida. Lo que él prefería era que en ese lugar donde iba lo atendían mejor que acá.
2. Un día por un evento familiar compramos una gran cantidad de pasa bocas en una panadería tradicional (no es la Sonia) de la ciudad. Por alguna razón el pedido inicial se tenía que cambiar, sin embargo la dueña o administradora prefirió no hacer la venta que cambiar el pedido.
3. Un día estando en la universidad (la cual tuve la oportunidad de estudiar en Medellín) tenía que ir a comprar huevos. Para facilitarme las cosas, en vez de ir al supermercado pregunté en una tienda cercana a la institución y el señor que me atendió me dijo “no vendo, pero le vendo”.
4. En enero de este año (2019) fuimos con unos tíos, primos, mi esposa e hijo a conocer el museo del petróleo. Primero, en internet casi no aparece información sobre el lugar. Segundo, encontramos un teléfono que al llamar no funcionaba. Tercero, cuando llegamos nos dice la vigilante que no había servicio porque todavía no habían contratado guía para el recorrido.
Hablando objetivamente y siendo muy sinceros, en Barrancabermeja carecemos de una cultura de atención al cliente, lo cual es absolutamente indispensable para lograr consolidar un proyecto de ciudad turística. Si bien existen meseros y administradores en distintos negocios de la ciudad que desarrollan su actividad con muy buena actitud y servicio, muchas veces la forma de quienes atienden está marcada por el desgano y la falta de atención.
Por otra parte, los huevos obviamente los compré en esa tienda, pero no solamente los huevos si no cualquier otra cosa que tuviera la oportunidad de comprar allí. Lo interesante de la atención al cliente no es vender muy bien (vender bien normalmente se entiende como vender caro) algo una vez, si no dejar abierta la puerta para una segunda venta. Creo que debemos aprenderles mucho a los antioqueños, para quienes atender siempre es un placer. O por qué no a los mexicanos, quiénes se destacan por su amabilidad y atención, logrando que su país fuera visitado por más de 41 millones de personas durante 2018.
Pero lo que me parece más increíble es que uno de los lugares que más se resalta y se ofrece como “destino turístico” en la ciudad se encontrara cerrado, un día sábado y en medio de la temporada de vacaciones. Lo cual claramente deja ver que la ciudad no está preparada para ser un destino turístico que ofrezca atractivos para quienes quieran conocerla mejor.
Me encantaría ver a Barrancabermeja siendo líder en la región como un destino del turismo nacional e internacional, en especial del turismo histórico y del ecológico, sin embargo para ello se requiere, tiempo, esfuerzo, capital humano e inversión de todos los actores que confluyen en la ciudad, para lograr establecer estrategias que le apuesten a la sensibilización, enseñanza y fortalecimiento de capacidades de los barranqueños en cuanto al servicio que estamos entregando a quienes nos visitan.
Ser una ciudad turística no puede ser y no debe ser simplemente abrir las puertas y dejar que las cosas fluyan por sí solas.