Al planeta le correspondemos con descaro

El planeta nos otorga todos los recursos naturales, nos ha hospedado y en ese transcurso hemos aprendido a aplicar las ciencias básicas para la transformación de estos recursos para nuestra subsistencia, nos ha permitido ser dueños de pedacitos de él de forma pasajera y nosotros le correspondemos con insultos.

Si un colombiano quiere establecer una marca mundial, yo le doy la idea: Que imprima toda la legislación colombiana, que haga una torre y registre la altura obtenida. Cantidades de papel nos rigen nuestros comportamientos dentro del estado que debemos leerlos por civismo, para no comer entero y darnos cuenta lo meticuloso y jocoso que es el estado colombiano porque en Colombia hay justicia pero en el papel.

Con lo de jocoso articulando con meticuloso me refiero de una forma muy sintetizada no solo con el hecho de que en Colombia las leyes las bautizan con el año de su creación pero entran a regir al año siguiente sino también a cosas como estas. La resolución 631/2015 establece los parámetros y valores límites para los vertimientos puntuales en cuerpos de agua, trabajando en conjunto con los decretos 3930/2010 donde se encuentran los requerimientos del ordenamiento hídrico, el decreto 4728/2010  que modifica ocho artículos del decreto anteriormente mencionado, el decreto 1595/1984 que fue una de las primeras normativas sobre los usos del agua en Colombia y todo lo anterior lo necesita el reglamento técnico para el sector de agua potable y saneamiento básico conocido como RAS y bautizado resolución 330/2017. Esto es solo una pequeña parte de lo necesario para tomar, tratar, distribuir y verter el agua en nuestro país.

Como ciudadano colombiano invito a leer nuestros marcos jurídicos para ejercer la veeduría correspondiente y salir de la sospecha que en Colombia hay empresas que están violando las normas de vertimiento, estafadores construyendo acueductos con parámetros supuestamente universales, contratación de gente no idónea como lo obliga nuestra legislación y evidenciándose en puentes como el Hisaguara que tomo características parecidas a las de un acordeón y no precisamente por homenajear a nuestro folclor vallenato.

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