No puede haber verdad más clara que los resultados arrojados por el plebiscito en municipios esféricos del país que han sufrido la guerra por más de 50 años, causando infinidad de perjuicios a comunidades como Toribio (Cauca), que respaldó el proceso con el 84%; o Mitú, en Vaupés, que con el 77% representó el sí al plebiscito, pero tal vez la vocería la toma Bojayá, que en 2002 sufrió un ataque con cilindros bomba y que 14 años después, también decide respaldar los acuerdos con el 96% a favor y el 4% en el No.
Una de los efectos que logró mayor persuasión en el resultado del plebiscito fue el contundente preaviso sobre la posibilidad que las iglesias: católicas, cristianas y demás, empezaran a pagar impuestos con la anunciada reforma tributaria. Según la DIAN, en 2013 iglesias recolectaron cerca de 9,7 billones de pesos y más de 4 billones por ingresos.
Es decir, con el anterior orden de ideas, es claro que muchos colombianos aún prefieren creer más en lo que dice el padre o cura cada ocho días en la iglesia a lo que anuncia “muy elegantemente” un presidente a través de la televisión, pero en definitiva, tristemente supera el dolor y las lágrimas de las más de 218.094 víctimas asesinadas en el conflicto entre 1958 y 2012, según el Centro de Memoria Histórica.
No fue hasta que el Gobierno Nacional tocara las incontables arcas de las iluminadas iglesias de Colombia para que éstas olvidaran su deber y volcaran toda su influencia a favor de un NO y el equipo promotor del mismo, confirmando que estas estructuras definitivamente tiene un fin totalmente diferente al que exhiben frente a la sociedad.
Personalmente esta es una posición que poco me concierne, pero que desafortunadamente sí termina hundiendo en el oscuro hoyo a todos aquellos que cada mañana desayunaban bala y fusil…ya el pueblo eligió alguna vez a Barrabás por encima del mismo Jesús.
No queda nada más claro que seguimos, y seguiremos, siendo un territorio religiosamente conservador y que, así mismo, un pueblo que prefiere perpetuar las tradiciones y costumbres colonizadoras como aquella que terminó por imponernos la biblia y la iglesia por encima de las creencias nativas y ancestrales, señalándolas hasta de impropias y demoniacas.
Ruben Romero