Jhon Arley Sandoval, un guardia de seguridad de la empresa SMB Security Ltda, se enfrentará a imputaciones por homicidio después de intervenir en un robo el pasado 14 de octubre en Cúcuta.
A pesar de haber actuado en cumplimiento de su deber y estar legalmente armado, Sandoval expresa su pesar diciendo: “Estoy muerto en vida”.
Sandoval, quien vigilaba una zona de alta delincuencia en el barrio Chapinero de Cúcuta, detectó a un individuo, identificado como Jayson Andrés Ortiz Vargas, tratando de robar una motocicleta perteneciente a un empleado. Al intentar detener el robo, se produjo un desafortunado desenlace que ahora lo lleva a enfrentar cargos.
La Fiscalía General de la Nación ha reconocido que Ortiz estaba cometiendo un delito en el momento en que fue interceptado por Sandoval, quien estaba en alerta debido a la situación de inseguridad, agravada por las obras viales en el sector.
Este caso destaca las complejidades legales y morales a las que se enfrenta el personal de seguridad en el ejercicio de sus funciones. La situación plantea interrogantes sobre los límites del uso de la fuerza letal en la protección de la propiedad y la integridad física, y subraya la necesidad de un análisis cuidadoso de cada situación para evitar tragedias como esta en el futuro.
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