La mayor parte de los mensajes que recibimos de niños venían de personas muy cercanas que nos miraban directamente a los ojos. En su mayoría, esos mensajes estaban cargados de aquellas cosas que debíamos cambiar, dejar de pensar o hacer. Mensajes sobre lo que hacíamos no tan bien o sobre como debíamos “ser” para terminar aceptados por alguien.
Cuando pienso en eso entiendo por qué, muchas veces, cuando nos miramos en el espejo, no decimos algo positivo. Recurrimos a una crítica por lo que tenemos o no, a nuestra apariencia o nuestro cuerpo. Lo peor es que esas palabras o pensamientos con el tiempo se nos vuelven parte del paisaje:
“No me gusta el pelo rizado”
“Qué hago para éstas ojeras!!”
Después de vivir algunas situaciones particulares y conocer un poco más sobre mi Esencia, me convencí de que todos deberíamos tener en la vida a alguna persona que nos enseñara a mirarnos en el espejo con amor, con compasión – Com – Pasión – (no pesar). Comencé a desear un Mago Merlin, que nos hablara igual que a un Caballero y que nos grabara delicadamente en nuestro cerebro y corazón lo que debería ser una de las leyes fundamentales en la vida de todo ser humano:
“Sólo puedes amar a otros en la medida en que te ames a ti mismo”
Confieso que el día en que lo entendí y lo acepté en mi vida, no sólo mi apariencia se transformó, sino también mi salud y mi entorno. Vibraciones de amor propio que emito para mí, retornan a mí de la misma manera desde el corazón de otros.
Y como entiendo que no sabemos cómo amarnos, no tuvimos escuela para eso, entonces tengo a la mano algo que me ayuda a recordarlo cada día. Es un paso a paso muy simple pero que, puesto en práctica comienza a dar resultados hermosos en poco tiempo:
1. El primer paso es ACEPTARTE. Y para eso debes:
• Conocerte: Quién soy yo? Responder a esta pregunta no sólo desde la identidad, es decir, no solo con los títulos y rótulos (Ana, Ingeniera, mamá, esposa, gerente), sino también desde tus emociones y sentimientos, pensando en cómo te sientes hoy o cómo estás siendo (feliz, celosa, extrovertida, insegura). También debes reconocer quien eres en esencia, es decir, como los valores que eres o que quisieras ser para otros (amor, presencia, protección, respeto, luz). Importante tener presente que debes identificar tanto tus luces como tus sombras.
• Valorarte. Ahora te darás cuenta de que esas luces y esas sombras son únicas y maravillosas. Les darás el valor que realmente tienen
2. CULTIVARTE. Así como cultivando una planta:
• Alimentarte: En este punto me refiero tanto al alimento para el cuerpo físico como también al alimento espiritual, intelectual, emocional. Es diferente si al levantarte cada mañana enciendes el televisor para despertar con una terrible noticia, que si decides iniciar tu día con tu canción favorita (la cual ojalá te produzca felicidad). La primera situación definitivamente tiene más parecido con una toxina que con un nutriente.
• Gobernarte: “Aquel que no se gobierna, está destinado a ser gobernado”. Gobernar no es controlar: Gobernar es tomar las riendas de tu vida, el timón, dar rumbo. Gobernar es tomar decisiones en el momento preciso, es asumir la vida como te corresponde con sus consecuencias. Gobernar es direccionar, es dirigir con fluidez.
3. Una vez te has aceptado y has aprendido a cultivarte, llega el momento de COMPARTIRTE. Después de que el árbol tiene un tronco fuerte y unas ramas largas, es el momento de dar sombra y frutos. Aquel árbol, sin dejar de ser él mismo, está listo para entregar lo mejor de sí para el bienestar de otros. Es el momento de la Apertura y la Entrega.
Amorosamente,
Ana Pavas
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