Colombia reclama a gritos un amplio consenso nacional, cuyo epicentro sea el rechazo a la violencia política, al narcotráfico y a la corrupción.
Parte importante del mencionado propósito, depende de la consolidación de una DERECHA DECENTE (respetuosa de la legalidad), que apelando a los principios éticos que afirma defender, se desmarque radicalmente de todas las prácticas ilegales perpetradas por su alta dirigencia.
Es necesaria entonces, una DERECHA que rompa cobijas con el rancio URIBISMO y abandone esa corriente caudillista entrada en decadencia y enlodada por el inagotable prontuario delictivo de sus figuras más relevantes.
Me refiero a una Derecha que defienda con sensatez sus posturas conservadoras y neoliberales, que lo haga abiertamente, de manera civilista y honorable, pero sin la complicidad que siempre conllevará militar del lado de los perpetradores de los falsos positivos, del agro ingreso seguro, de la parapolítica, de las chuzadas, del despojo de tierras y de la ñeñepolítica.
Hoy son tantas las personas condenadas, con cercanía al círculo íntimo del MATARIFE y con militancia dentro de su movimiento político, que constituye un acto de alta irracionalidad, pensar que este acumulado de delitos y sentencias, es una seguidilla de reiteradas coincidencias o la consecuencia de una conspiración judicial contra EL INNOMBRABLE.
Puede sonar ingenuo, pero insisto en que nuestra frágil democracia, reclama una alternativa política de derecha, respetuosa de las libertades políticas y de los derechos humanos.
Estoy convencido que en las filas conservadoras y de derecha, habitan personas sensatas, empresarios honestos y líderes(as) valiosos, a ell@s apelamos para que dignifiquen su ideario político y exijan la coherencia ética que sus representantes deben tener.
Ese segmento de la sociedad que defiende la moralidad, la autoridad y el libre mercado; tiene la responsabilidad histórica de renovar sus liderazgos, depurar su dirigencia y asumir la conducción política de su legado ideológico.
Ciertamente anhelo una derecha a la que los sectores PROGRESISTAS, podamos enfrentar en el terreno de las ideas y sin temor a perder la vida. Pero este sueño de dimensiones un tanto utópicas, requiere del saneamiento de la política nacional, como causa común a toda la ciudadanía de bien, pues en medio de este entramado de bandidos y delincuentes del más alto nivel, se desvanece el sueño de un país en el que quepamos todos y todas.
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