Barrancabermeja es un municipio – o bueno – hasta el año pasado lo fue cuando el Congreso de la República mediante Acto Legislativo 01 de 2019 modificó el artículo 356 de la Carta Política elevando a la ciudad a categoría de Distrito Especial. Eso fue un motivo de alegría para todos los ciudadanos de esta bella ciudad, y por supuesto, un motivo de aplausos para quienes con su ahínco, empeño y dedicación lograron que este proyecto se convirtiera en realidad. Y no es para tanto: el distrito tiene cuatro componentes esenciales que la hacen especial: biodiverso, portuario, industrial y turístico. Digna de la ciudad.
Aquí podría enunciar una larga lista de catálogos positivos de la ciudad, de la cual nos sentimos orgullosos; empero, este no es el objetivo de esta columna, pues hay un aspecto que infortunadamente, como todo no es color de rosa, ha marcado un hito socio-político de la ciudad bella hija del sol: los líderes sociales. O simplemente «líderes». El propósito de este espacio no es hacer críticas despectivas para quienes ejercen tan importante labor en pro de los intereses de la colectividad; tampoco azuzar contiendas frívolas e inanes buscando malestar entre los líderes sociales conocidos en el puerto petrolero, ni mucho menos ganar enemigos con cada idea que sale de mi cabeza. Eso está lejos de cualquier intención maquiavélica.
En el caso de Barrancabermeja, he visto por los medios de comunicación dignos de crédito que hay personas que realmente asumen el liderazgo en pro de los intereses de su comunidad; que están al tanto de las decisiones políticas emanadas ya sea del burgomaestre de turno como del concejo municipal; del gobernador y la asamblea departamental, y por supuesto, del Presidente de la República y del Congreso Nacional. Y siempre tratan de ver los aspectos positivos. Otros líderes, en cambio, vociferan su inconformismo, su oposición a las decisiones de las autoridades competentes suscitando al pueblo a incitar en reyertas sin sentido, frívolas, fatuas, con argumentos carentes de legalidad llevando de esta manera a la inestabilidad de las instituciones públicas.
El verdadero líder repara con sabiduría y sapiencia los conflictos que aquejan a las personas de una determinada sociedad; que encuentra una solución ante una problemática que afecta los intereses de las personas que buscan por propugnar la defensa de sus derechos. El verdadero líder no plantea propuestas quiméricas que impulsan a destruir sino a construir, a generar espacios de armonía y no de contención. Líderes en la historia han sido reconocidos por la humanidad: desde Jesucristo, pasando por Martin Luther King Jr, por ejemplo, hasta la actualidad. No me atrevería a enunciarlos porque temo caer en el error de aludir a alguien que carece de dicha virtud.
En conclusión, el líder es aquel que alguien tiene un conocimiento con meridiana claridad de los intereses de la colectividad; que propone ideas y plantea soluciones, no el que crea propuestas quiméricas que terminan siendo un problema más a la ciudad. Me he tomado el atrevimiento de recomendar unos libros para que puedan dimensionar sobre la verdadera esencia del liderazgo desde el punto de vista social y político que con tanto ahínco anhelan:
- El Espíritu de las Leyes – Montesquieu
- La Política – Aristóteles
- El príncipe – Nicolás Maquiavelo
- 1984 – George Orwell (Novela política que deja grandes reflexiones)
- Donde Mueren los payasos – Luis Noriega (si se quieren reír de las suspicacias de los vericuetos de la política)
- Y por último y no menos importante: la Biblia.
Me lo agradecerán.
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