Con objetivos de protección sobre la niñez, cabe preguntarse si la castración química, la cadena perpetua o la extrema sentencia a la muerte son acciones reales de protección contra abusadores sexuales infantiles.
Un caso evitable
Existen aquellas personas en la sociedad que con acciones destruyen por entero la vida de quienes en su más infinita inocencia confían en quienes disfrazados de amigos, cercanos y hasta familiares, abusan de menores; niños que se visten de alegría y amor como características infantiles. Tristemente en Barrancabermeja un monstruo de aquellas particularidades decidió actuar en las últimas horas, uno que logró su objetivo al acceder carnalmente a una niña de seis años que atrajo con engaños hasta su residencia.
Tristemente este episodio terminó con una víctima más, con una que se pudo evitar. Tristemente este monstruo, de 28 años de edad, volvió actuar justo como lo hizo hace 11 años, cuando había perpetrado este mismo crimen contra otro infante menor de 14 años, como lo estipula la Ley colombiana. Por aquel entonces, el victimario fue condenado a ocho años de prisión y pagando su condena, consiguió la libertad que la comunidad espera vuelva a perder.
Acción policial.
“Él vino y arrendó esta casa”, precisaban enardecidos vecinos sedientos de venganza cuando se les preguntó por el señalado. Posteriormente fue trasladado en una tanqueta blindada que utilizó el ESMAD; sí, un Escuadrón Móvil Antidisturbios tuvo que ser necesario para detener la turba que clamaba justicia ante la violación cometida contra la menor.
“Las paredes estaban manchadas con sangre y ella sangraba entre sus piernas”, manifestaron otros vecinos que poco a poco vieron diluidas las esperanzas de tomar la justicia por sus propias manos.
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Castigos más severos
Bajo el lamentable contexto de esta aberrante acción, cabe plantearse la pregunta que desde hace años el país se cuestiona – o Barrancabermeja, en este caso – ¿Debería existir o no la castración química o cadena perpetua para abusadores de menores? Esta premisa, tan cuestionada como discutida, abrió debate hace 12 años y después de este tiempo sigue siendo promesa política.
Para no ir más lejos, las recientes declaraciones del presidente Iván Duque también calan en el lamentable hecho local. El primer mandatario recalcó que para que se restablezca la cadena perpetua en Colombia es necesario presentar reformas constitucionales que permitan este tipo de sentencias, especialmente contra menores de 14 años.
Docenas de vecinos salen a las calles armados con palos y piedras, la violencia se apodera de ellos y ellos de las calles. Todos han identificado al presunto culpable y ciegos por la repugnable actuación del monstruo, empieza la cacería de brujas. Frenéticos por lo sucedido están dispuestos a justificar su actuación, tan “justificable” cuando conocemos estas noticias y sentimos, tal vez con menos inocencia que las mismas víctimas, que la inocencia de aquel infante, se perdió.
¿Qué hacer?
Será la modificación del artículo 34 de la Constitución el cambio necesario para detener los delitos de secuestro, tortura, homicidio doloso o el acceso carnal violento contra menores de 14 años lo que necesita el país para no volver a escuchar, sentir o vivir las actuaciones de los monstruos destructores de ingenuidades y vidas.
Plasmamos a ustedes como sociedad si la turba deberá ser necesaria cada vez que se presenten estos casos para proteger a nuestros niños con ESMAD a bordo, o si el Gobierno Congreso y autoridades judiciales deciden impulsar, aprobar y promover castigos más severos por estos delitos; que más allá de una acción en contra de la Ley es una acción contra la vida y el futuro de las sociedades.