Vendimos hasta el acta de herencia de la abuela y por poco hasta el marido. No dimos abasto a tanta familia miranda y se respondieron las preguntas más insólitas para satisfacer al cliente. Por poco cerramos la calle y por poco nos coge la noche. Acabamos con las mesas vacías, todo vendido, los bolsillos llenos y la clientela con ganas de volver por más.
También paró el tráfico y preguntando se fueron llevando toda la mercancía que cada persona desde muy temprano había traído para vender a muy bajos precios. Colecciones de licores, gafas, zapatos y sombreros por montones; ropa de todos los colores, olores y sabores terminaron en nuevas manos, todos muy felices.
Música en vivo, refrescante limonada, y precios todavía más bajos dejaron claro que esta fue una locura, de esas que aseguramos – por deber con nuestro público – vamos a repetir.
Espérenos…segunda versión en construcción.