Es común ver por todas las calles de la ciudad…del país, cómo las personas que trabajan bajo el carácter de ‘informal’ han terminado por poblar las cifras de entidades gubernamentales que anualmente terminan siendo publicadas en los diferentes medios de comunicación; por ejemplo las camisetas de equipos de fútbol del mundo con la ‘jamesmanía’, además de la venta de miles de alimentos de consumo inmediato; ropa, zapatos y todo tipo de servicios o productos que se pueda imaginar.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE , entre marzo y mayo del presente año, se registró el 47.6 por ciento de ocupados en la informalidad en 13 ciudades del país y áreas metropolitanas del mismo. Es decir que Colombia indudablemente es un país latinoamericano en el que la informalidad prevalece como un salvavidas, donde las personas terminan consiguiendo su sustento de acuerdo a ‘día a día’ del compatriota.
Ahora, en el caso del puerto petrolero, la cantidad de comunidad que arriba a este epicentro del Magdalena Medio también pasa a ser una cifra olvidada y anónima en la movilización masiva que diariamente recibe la ciudad. Muchos de ellos terminan encontrando aun así la oportunidad para una mejor vida laboral, así no lo sea en muchas oportunidades.
El DANE estipula, en su informe trimestral, que los principales sectores que mayor número de personas agregaron a sus ramas laborales durante este periodo, bajo la informalidad, obedecen al comercio, los hoteles y restaurantes; cumpliéndose con el 42.3 por ciento de los ocupantes.
Si bien se mira un poco estos sectores en Barrancabermeja, la zona hotelera llegó a declarase hasta en desabastecimiento de ocupantes por falta de turistas, siendo apenas empleada por los funcionarios de las compañías que, de paso, arribaban a los hoteles. El comercio porteño caminó por el mismo sendero por varios meses y, los restaurantes, habrá que esperar que se pronuncien…pero los restaurantes de El Muelle ya no son el lumbral que antes brillaba con luz propia.
Tal vez terminará siendo la ocupación informal del país y de la ciudad más que un salvavidas para la economía nacional, llegando a ocupar los estándares necesarios para no decirle a un comerciante que retire su ‘local’ de la vía pública por obstrucción a la libre circulación.
Ruben Romero