El poder y la juventud, ¿dos cosas distintas?, ¿una contradicción?, ¿una disparatada relacionarlos, ya que el uno requiere experiencia y el otro carece de ella?…pues no, no y, ¡NO! el poder actualmente se entiende como la capacidad de influencia que una persona ejerce sobre las demás, por ende, el “poder” lo relacionamos con los picos jerárquicos del mundo, es decir; cuando hablamos de poder hacemos alusión a los líderes políticos, directores de departamentos organizacionales, CEOs, monarcas , entre otros, y, ¿la juventud?, la juventud se entiende como la etapa del ser humano que le sigue a la adolescencia y precede a la adultez, no obstante, la juventud en Colombia, y en general en todo el mundo; se entiende como la etapa del hombre caracterizada por la pifia, el desorden y el alcohol. Por las razones antes mencionadas: los adultos, Gobiernos, y organizaciones en todo el mundo no convergen las palabras de juventud y poder.
No se desconocen los errores del hombre en esta etapa de la vida (nunca se han desconocido), lo que sí se ha desconocido a lo largo de la historia es la capacidad de los hombres y mujeres en su juventud para liderar y actuar en torno al poder, los monarcas en general han sido hombres que han ejercido su gobierno en el “cenit” de sus vidas, y definen este “cenit” como hombres con la cabeza llena de pelo blanco. El cenit del hombre debería entenderse entre los 20 y 35 años, tiempo donde las personas están en la cúspide física, intelectual y creativa de sus vidas.
Para Juan Jacobo Rousseau (en su obra “Emilio, o De la educación”,1762) la edad ideal para que un hombre gobierne puede ser desde los 24 años; y para que esta idea se anide en la sociedad, el nuevo siglo ha hecho su parte, ha extraído hombres y mujeres como: Mark Zuckerberg (33 años) creador de Facebook, Vanesa D’Ambrosio (28 años) Jefe de Estado de San Marino, Emmanuel Macron (39 años) Presidente de Francia, Kevin Systrom (33 años) CEO de Instagram, Eva Spiegel (27 años) CEO de Snapchat, entre otros, con el fin de pregonar que este es el “Siglo de la Revolución del poder”, donde otras caras están protagonizando los centros mundiales de poder.
Las presentes lineas no son para compartir el pensamiento de un hombre, se hacen con el fin de incentivar la pasión de los jóvenes a aventurarse, a luchar por sus ideas, por sus principios, que nadie tenga que decirles qué hacer, sino que puedan tener el suficiente espíritu crítico y creativo para investigar y responder. El poder necesita nuevos poseedores porque, los viejos, ya no demuestran ser dignos de él.
Por, Anderson Quintero.