Arley Jaimes*, quiere ser fotógrafo una vez tuviera la oportunidad de reincorporarse a la vida civil a través de la implementación de los acuerdos entre las Farc y el gobierno, pero aclaró que primero deberá terminar sus estudios secundarios para poder dedicarse a las cámaras de manera profesional, viendo así uno de sus mayores sueños realizados.
Más de 20 horas de viaje fueron necesarias para llegar hasta el rústico campamento que en medio de la húmeda selva, entre montañas antioqueñas, que nos recibió y albergó, así como a más de 200 personas provenientes de diferentes puntos del país con el ánimo de participar de la vigila por la paz que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Farc – programaron desde la madrugada del lunes.
Arley, de 24 años de edad*, pacientemente se nos acerca y nos pregunta de dónde venimos y por qué quisimos ir hasta allá, una entrada contundente que durante toda la charla acompañó de amabilidad. El joven, que proviene de algún remoto lugar antioqueño, comenta con cámara de video en mano que desde su alistamiento – hace 7 años – le asignaron las labores de registro audiovisual de todas las actividades que su frente, el número 37, cumpla.
Con la misma tranquilidad que se nos acercó y habló, escuchó cómo fue asesinado un primo del señor Octavio, uno de los tantos asistentes a la alborada por la paz. Entre gentilezas, tristes recuerdos, tinto caliente, barro entre los dedos y mensajes alusivos a la paz desde el grupo guerrillero, reconoció que la mayor pérdida ha sido el asesinato a sangre fría de familiares en territorio en el que precisamente este frente tiene incidencia.
Es muy triste ver cómo han caído muchas personas en esta guerra, una guerra que nosotros buscamos ya acabar y por eso estamos en estas actividades, en estos procesos – comentó Arley, mirándonos a la cara.
“Se solicita que todo el personal se concentre en el sitio donde nos congregaremos para organizar con los líderes de cada delegación el orden del día. Quienes falten por bañarse y alistarse lo pueden hacer, pero es importante que se haga con suma rapidez”, comentó al fondo una voz a través del micrófono, tratando de ordenar los procesos.
La constante lluvia en medio de la húmeda selva casi que nos obligaba a tomar un vaso de tinto cada media hora, tal vez; y después de avanzar por más de 9 horas en trocha embarcados en camión hediento a excremento de vaca, concluimos que aquella bebida caliente era el paraíso y el techos que nos protegía, el cielo estrellado.
El reloj marcaba las 10:30 de la noche y Arley sólo se le ocurrió preguntarnos si ya habíamos comido, a lo que asentimos con la cabeza. Aun así nos volvió a ofrecer visitar la cocina y comer más buñuelos, alimento que al ritmo de sazón revolucionario terminó alimentando a los más de 200 asistentes.
Nosotros nos levantamos a las cuatro de la mañana e inmediatamente el equipo de la cocina inicia la preparación del desayuno para todos en el campamento. A las 6 ya estamos listos, cambiados y dispuestos para las tareas que nos asigne el orden del día, sabiendo que a las ocho todos estamos estudiando hasta las 10:00 de la mañana
– ¿Y qué estudian?
– Últimamente los acuerdos, es un deber nuestro conocer todo lo que en el documento se plasme para estar informados del tema de la mejor manera.
Arley Jaimes menciona que el Sur de Bolívar también es zona influencia de ellos, pero ésta es compartida con otros frentes, aunque todos del Bloque Magdalena Medio, precisamente el encargado de coordinar la alborada a la que hemos llegado para pasar la noche en medio de pobladores que fervientemente rezan para que la paz, así como todos los colombianos deseamos, se cumpla a la mayor brevedad posible.
Cristianos, católicos, evangélicos y alguno que otro testigo de Jehová, se congregaron por más de 24 horas en algún punto desconocido de las montañas antioqueñas, de Segovia trocha adentro, donde cientos de personas vieron cómo transitaban los extraños hacia rumbo desconocido, supuestamente.
Ante el segundo llamado de atención a través del micrófono, Arley se pone de pie y dice que se debe retirar para cumplir con las órdenes que se le están dando, no sin antes asegurarnos que el material que esa noche grebe nos lo permitirá conocer, pero ésto nunca pasó.
Respondí que para esto habíamos venido, para hablar y conocer historias como la de él. Nos dimos la mano y nos despedimos, aunque nos cruzamos un par de veces más durante la noche, siempre con cámara en mano registrando el resto de la vigilia.
La información marcada con * fue modificada por razones de seguridad.