La ruptura del ‘Florero de Llorente’ no terminó siendo más que una excusa perfecta para desatar la ira criolla contra los españoles, o Peninsulares, que para la época tenían el control total del territorio neogranadino. Aquel viernes de 1810, día de mercado, cerca de las 11:00 de la mañana, Luis de Rubio llegó a la tienda de José González Llorente como se había previsto con antelación por la Junta de Notables – integrada entre otros por José Miguel Pey, Camilo Torres, Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Morales – con el objetivo de generar un altercado que avivara a las gentes e iniciara lo que por derecho reclamaban: Independencia del Virreinato e Imperio español.
La justificación de solicitar un florero u otro elemento decorativo para un banquete ofrecido a Villavicencio, y otros factores más, terminó siendo el detonante de la gresca que americanos intelectuales ideaban a escondidas, permitiéndose así proyectar este día como el ideal para la puesta en marcha del anhelado detonante.
Según la tradición inculcada, enseñada e instruida, El Florero de Llorente es una acción que parte la historia de este ‘Nuevo Mundo’ en dos, permitiendo a los criollos y demás clases sociales tomar el poder ante continuos abusos del Rey y de quienes comandaban bajo su nombre y corona. La notable desigualdad que existía en las juntas realizadas entre 1808 y 1810, donde de los 36 peninsulares sólo se contaba con nueve americanos, parte de ser una consecuencia que permite a los criollos por primera vez pensar en la posibilidad de entablar un Estado- Nación independiente.
Puesta en marcha la estrategia del revolcón, posterior a Rubio arribó don Antonio Morales a la tienda de Llorente, contestando éste el saludo ofrecido por Francisco José de Caldas, razón que le valió, además de la negación a la solicitud del préstamo del florero, fuertes acusaciones de don Antonio Morales y compañía, culpándolo de insultar a Villavicencio y a los americanos. Entre gritos y señalamientos, el calor se fue apoderando de la plaza completamente llena de criollos, indios, blancos, pobres, plebeyos y más; para que iniciaran un motín que desencadenara una trifulca para arrebatar el poder colonial y ser tomado por la Junta de Notables a la cabeza.
206 años después, el 20 de julio es remembrado como la punta de lanza que desembocó en la separación del territorio que cinco siglos antes había descubierto Cristobal Colón (1492), siendo además una fecha consecuente que da apertura a la idea de separarse administrativamente, militar y políticamente de un estado que extraía y movilizaba grandes riquezas al viejo continente; pero no siendo conquistada de manera definitiva hasta 1819, el 7 de agosto en inmediaciones del río Teatinos, en Tunja – Boyacá, tras 77 días de campaña iniciada por Simón Bolívar buscando independencia del Virreinato de Nueva Granada.
No es hasta el 8 de mayo de 1873 que el 20 de julio es declarado día festivo nacional mediante la ley 60; así mismo, 79 años después, en 1952, el Banco de la República reproduce por primera vez el acta de independencia, firmada el 21 de julio de 1810. Ante este histórico hecho, historiadores han recalcado que aquel documento no buscaba la independencia de la totalidad del territorio granadino del yugo español, sino la separación parcial de Santa Fe.